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Centroamérica, un corredor de sueños frustrados

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Por IELA em 27 de novembro de 2015

Centroamérica, un corredor de sueños frustrados

El despliegue mediático que ha recibido la situación de varios miles de cubanos en Costa Rica, que las grandes agencias y televisoras abordan con marcada intencionalidad política, contrasta con su silencio sobre el drama cotidiano de cientos de miles de centroamericanos y sudamericanos que también utilizan ese corredor para alcanzar los Estados Unidos.
Mientras los cubanos poseen una vía casi garantizada hacia el “sueño americano”, sus pares del continente tienen que colarse por selvas y desiertos para huir de las patrullas fronterizas y hasta grupos paramilitares que  buscan frenar su entrada a territorio estadounidense.
La reciente reunión en San Salvador entre cancilleres centroamericanos y representantes de Cuba, México, Ecuador y Colombia, evidenció el interés de los asistentes por en­contrar una solución al complejo escenario actual en Costa Rica, pero también de visibilizar de manera integral el problema de la migración en la región, una de las más pobres del continente y golpeada por el flagelo del narcotráfico y la violencia.
Un estudio de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) alertó el pasado mes de octubre que en Centroa­mérica se vislumbra el riesgo de una crisis migratoria.
“La violencia perpetrada por los grupos delictivos organizados transnacionales en El Salvador, Guatemala, Honduras y en ciertas partes de México se ha vuelto predominante”, declaró el Alto Comisionado de las Na­ciones Unidas para los Refugiados, António Guterres, durante el lanzamiento en Wa­shing­ton de un nuevo informe sobre la situación titulado Mujeres en Fuga.
A pesar de que el estudio se centró en las féminas, Guterres señaló que entre el 2008 y el 2014 la Acnur registró que la llegada de migrantes a Estados Unidos desde los países del Trián­gulo Norte centroamericano (Hon­du­ras, El Salvador y Guatemala) se multiplicó por cin­co, pero que los pedidos de refugio en México y otros países se multiplicaron por 13.
En general, son cerca de 200 000 centroamericanos los que intentan cruzar anualmente la frontera de México para llegar a Estados Unidos.
Datos del Comisionado de los Derechos Humanos en Honduras, indican que solo del 2009 al 2014, unos 77 243 menores centroamericanos ingresaron sin autorización a Es­tados Unidos: 27 579 procedían de Gua­te­mala, 25 985 de Honduras y 23 679 de El Sal­vador.
En su travesía se enfrentan a peligros como el crimen organizado, las extorsiones, lesiones físicas, robos, asesinatos, accidentes, así co­mo una estricta política migratoria estadounidense que en la mayoría de los casos termina en la deportación.
LOS CUBANOS, UN CASO SINGULAR
A este complejo escenario se han sumado en los últimos años un número de cubanos, que salen legalmente del país hacia al­guna nación de la región, para luego incorporarse al flujo migratorio por Centroa­mé­rica, dominado por coyotes y traficantes de personas.
La realidad que enfrentan durante su ca­mino es singular.
Desde el año 1995 el gobierno de los Es­tados Unidos aplica la política de “pies se­cos-pies mojados”, según la cual los interceptados en el mar son retornados al país pero los que logren tocar suelo estadounidense tienen derecho a quedarse.
En la variante de la migración terrestre, utilizando un tercer país, la realidad es que los cubanos solo tienen que personarse en el puesto fronterizo y demostrar que provienen de la Isla.
El programa de Parole para Profesionales Mé­dicos Cubanos, implantado durante la agresiva administración republicana de Geor­ge W. Bush, va incluso más lejos, estimulando la deserción del personal de nuestras brigadas médicas en  terceros países.
Ambas políticas, que el presidente de los Estados Unidos tiene la potestad de cambiar, tienen como telón de fondo la Ley de Ajuste Cubano de 1966, cuya interpretación hasta hoy ha sido la de otorgar la residencia a los ciudadanos cubanos que la soliciten.
Nacida en plena Guerra Fría, esa legislación tiene como fin la desestabilización del país  y el drenaje de su capital humano.
Los países implicados continúan trabajando por lograr una salida a este complejo escenario, pero señalan que también se debe abordar una solución al problema de manera integral para que no se repita.
De igual modo, los representantes de va­rios países centroamericanos señalan que cualquier análisis desde el punto de vista humanitario no puede excluir a sus nacionales, que también en número creciente arriesgan su vida para alcanzar el territorio de Es­tados Unidos con la esperanza de una me­joría económica.
 

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