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Mi última entrevista al pintor Guayasamín

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Por IELA em 07 de janeiro de 2019

Mi última entrevista al pintor Guayasamín

Pedro Martínez junto ao busto de Guayasamín

Este año tengo en mi memoria al pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín porque se cumplirán cien años de su nacimiento en Quito, el próximo 6 de julio,  y veinte de que fuera proclamado Pintor de Iberoamérica en la Novena Cumbre celebrada en La Habana el 16 de noviembre de 1999.   También se cumplirán veinte años de su fallecimiento el 10 de marzo de 1999 en la ciudad de Baltimore, Estados Unidos, a los 79 años de edad. Allí, tratando de encontrar alivio a su pérdida de visión, sufrió un infarto masivo que le arrebató la vida.
Pero la fecha más cercana que tengo en mis recuerdos es la del 6 de enero de 1999, cuando le hice mi última entrevista al Maestro, en la sede del ICAP, Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, en La Habana, el lugar donde Guayasamín pintó por primera vez al Comandante Fidel Castro la noche del 6 de mayo de 1961. Fidel, quien jamás posó para otro pintor, lo hizo en cuatro ocasiones para su entrañable amigo Oswaldo Guayasamín, a quien calificó como el hombre más noble y generoso que había conocido a lo largo de su vida.
Recuerdo como si fuera hoy el 6 de enero de 1999, cuando en el ICAP condecoraron con la Orden de la Amistad del Consejo de Estado de Cuba, a Pablo Guayasamín, hijo del Maestro. Y al finalizar la ceremonia pude dialogar por última vez con el pintor que había conocido en Quito en 1960, en mis tiempos como diplomático cubano en Ecuador.
La distinción a Pablo Guayasamín fue un acto de justicia, porque el hijo del Maestro, al igual que sus hermanos Saskia, Cristóbal y Verenice, han dado continuidad a la solidaridad hacia Cuba sembrada en ellos por Oswaldo.
Guayasamín había participado en Cuba los días 4 y 5 de enero de 1999 en el Taller “Cultura y Revolución, a Cuarenta Años de 1959”, organizado por el Ministerio cubano de Cultura y la Casa de las Américas. Con el pintor vinieron a Cuba otros dos destacados intelectuales ecuatorianos: Jorge Enrique Adoum y Pedro Jorge Vera. Y en ese evento participaron destacadas personalidades mundiales, entre ellas los Premios Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, de Colombia, y el portugués José Saramago. En esa última e inolvidable entrevista a Guayasamín, el pintor me habló de su viaje de ida y vuelta en avión con Fidel Castro, a la ciudad de Santiago de Cuba, para asistir a los actos por el 40 aniversario del triunfo de la Revolución, y también de sus palabras en el Taller, donde anunció que en fecha próxima sería inaugurada la Capilla del Hombre, gran sueño del Maestro que, según reveló en su discurso, había nacido durante su primera visita a Cuba en 1961, donde conoció los crímenes de la tiranía de Fulgencio Batista, y pudo constatar los graves daños materiales y humanos provocados por la acción imperialista en Playa Girón. Recuerdo de mis tiempos como diplomático en Ecuador a Guayasamín indignado por la agresión imperialista por Playa Girón solicitarnos a quienes laborábamos en la Embajada cubana en Quito realizar los trámites para que él pudiera viajar a La Habana, donde patentizaría su solidaridad con la Revolución y haría un retrato a Fidel Castro. Y así fue gracias a las gestiones del entonces Director del ICAP, Giraldo Mazola, y a la receptividad de Celia Sánchez Manduley, eficiente colaboradora del Comandante. En su hermoso y ya histórico mensaje titulado “Por la unidad latinoamericana en el corazón del sol”, presentado en el Taller, Guayasamín aclaró a los participantes que como mejor se expresaba era mediante formas y colores. Y denunció que en un siglo y medio la Conquista mató a alrededor de 70 millones de indios, y a la mitad de los 50 millones de negros que los europeos trajeron como esclavos a América. En la entrevista de casi 17 minutos que hice a Guayasamín en el ICAP, y que conservo como un tesoro en el Archivo de Voces de Radio Habana Cuba, comentó el gran artista ecuatoriano que estuvo en el Parque Céspedes de Santiago de Cuba y escuchó con suma atención el discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro el primero de enero de 1999. Me siento profundamente orgulloso por esta condecoración a mi hijo Pablo –me dijo Guayasamín– porque toda la familia hemos ido creando lentamente ideales sobre la defensa del hombre humilde en la tierra y el amar y creer en la Revolución Cubana. Recordó Guayasamín el primer retrato hecho a Fidel en el ICAP, en una noche en la que “prácticamente no me posó, pues los presentes le pedían autógrafos y el Comandante se sorprendió al ver que en unos quince minutos le había hecho el retrato, y a partir de ese momento nos hicimos profundamente amigos”. En la entrevista me contó el Maestro su emoción por viajar con Fidel a Santiago de Cuba en un vuelo en el que también viajaba García Márquez, pero especialmente el retorno hacia La Habana, donde pudo conversar con Fidel sobre varios de los temas abordados por él en su discurso por el cuarenta aniversario de la Revolución. Guayasamín en la entrevista calificó a Fidel como “un volcán en permanente erupción, pero de sabiduría y de ternura. No el volcán que destruye y lanza fuego, sino la vitalidad de un hombre que es a la vez profundamente tierno”.

Retrato de Fidel por Guayasamín

 Recordó el pintor ecuatoriano que para llegar a La Habana en esos años había que enfrentar un proceso humillante creado por el imperio, en su afán por aislar y bloquear a Cuba. Y frente a esa política criminal contra Cuba surgió la idea de crear una obra como la Capilla del Hombre, donde pudiéramos consagrar los verdaderos valores de nuestros pueblos y denunciar la acción imperialista. En la entrevista Guayasamín recordó la iniciativa de la escritora ecuatoriana Eugenia Viteri, acogida por el presidente de la Casa de las Américas, Roberto Fernández Retamar, de celebrar el 80 cumpleaños del pintor ecuatoriano, algo que no pudo cumplirse por el fallecimiento de Oswaldo, cuatro meses antes de la fecha de su aniversario. En ese diàlogo que estoy ahora recordando me dijo Guayasamín que él en realidad había nacido hace tres mil años, como lo había descubierto al visitar, cuando tenía 24 años de edad, el Templo de Sechín, en Perú, y que “la verdadera fecha de su nacimiento era el 21 de junio, día del solsticio de verano, donde sobre la ciudad de Quito y en la mitad del mundo el sol cae verticalmente sobre nosotros. Ese día nací, quizás sea un buen privilegio el tener este antecedente para mis futuras realizaciones pectóricas”.  Con esa enigmática afirmación y su alegría por los positivos resultados del chequeo médico que le realizaron en esos días en el Hospital Hermanos Ameijeiras de La Habana, finalizó esta entrevista a Guayasamín en la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, exactamente dos meses y cuatro días antes de la muerte del gran artista ecuatoriano.

Casa do pintor em Quito agora é museu e abriga a Fundação Guayasamín

 
 
 

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