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Rafael Correa y el socialismo ecuatoriano

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Por IELA em 20 de agosto de 2015

Rafael Correa y el socialismo ecuatoriano

Repressão policial nas ruas de Quito

De la esperanza al desengaño.
El proceso político que se inició en el Ecuador el 15 de enero del 2007, con el arribo al Palacio de Carondelet, en medio de grandes expectativas, de un joven y poco conocido tecnócrata: Rafael Correa Delgado, que supo interpretar, durante la primera fase, los sentimientos de las masas golpeadas por cinco lustros de neoliberalismo y ha gobernado durante el largo ciclo de crecimiento económico, dinamizado por las economías del sudeste asiático y su locomotora: la república popular China, que puso en sus manos unos 280 mil millones de dólares, con los que practicó una política de gasto agresivo, inversión pública y asistencialismo clientelar, cuyos grandes beneficiarios han sido los viejos y nuevos grupos del poder oligárquico y las transnacionales, de modo singular las llamadas translatinas del Brasil, cuyos ejecutivos se encuentran en la cárcel; Ese ciclo de crecimiento ha llegado a su fin con la caída dramática del precio internacional del petróleo, de un promedio de 90 a 38 dólares el barril; del atún, cuya tonelada bajó de 1400 dólares a 700, de los camarones, el banano y las flores, cuyos precios medios han descendido en un 29% en el último año.
Todo ello fruto de un reacomodo de fuerzas del capitalismo mundial: Uno, la caída del precio del crudo y su control por los Estados Unidos de América, consecuencia del trabajo de su comunidad científica que encontró una nueva tecnología, el fraking, para explotar los pozos que se creían agotados, logrando autoabastecer cerca del 40% de su demanda interna, lo que trae consigo una lenta pero creciente salida de la crisis en que se hundió en los años 2007 – 2008 y la consiguiente apreciaciación o valorización del dólar. La enorme China, convertida en la última década en una fuerza gravitante en América Latina, por su increíble ritmo de crecimiento del 9% durante los últimos 7 lustros, muestra ahora que no puede ser inmune a la crisis del capitalismo central y a sus propios problemas, por lo que se ve obligada a desacelerar su economía y devaluar el yuan, hechos que tienen un impacto inmediato sobre las exportaciones de los países dolarizados, como el nuestro, cuyos precios se encarecen, mientras las exportaciones chinas se abaratan, liquidando nuestras posibilidades competitivas, todo en medio de una balanza comercial crónicamente deficitaria pues Ecuador exporta a China  unas 85 partidas, de las cuales las más importantes no llegan a 10, mientras importa, del gigante asiático, 3.300 productos.
El fortalecimiento del dólar determina que otros mercados importantes para el Ecuador como Japón, Corea, Colombia, Perú protejan su competitividad devaluando sus monedas mientras el Ecuador amarrado a su tipo de cambio fijo, la dolarización, desde el 9 de Enero del 2.000, no puede hacer, como lo saben los estudiantes y estudiosos de la economía, casi nada pues carece de política monetaria. Este factor explica ese fenómeno masivo que hemos visto durante los últimos meses en las regiones de frontera con Colombia y Perú,  donde miles de ecuatorianos que salen de compras, los fines de semana a Ipiales y Huaquillas, para beneficiarse de los impactos de las sucesivas devaluaciones que se han hecho del peso colombiano y el nuevo sol peruano.
Entretando, en Tulcán, los carchenses sufren, impotentes, la quiebra de sus negocios; el transporte pesado, que es la columna vertebral de su economía, no tiene carga y para colmo, las autoridades locales parecen no entender la complejidad del fenómeno y esperan que el Caudillo les haga el milagro de sacarles de una crisis que ha puesto en venta una de cada cuatro casas de una ciudad que puede transformarse en la nueva Comala, la ciudad mexicana de los muertos.El fortalecimiento del dólar determina que otros mercados importantes para el Ecuador como Japón, Corea, Colombia, Perú protejan su competitividad devaluando sus monedas mientras el Ecuador amarrado a su tipo de cambio fijo, la dolarización, desde el 9 de Enero del 2.000, no puede hacer, como lo saben los estudiantes y estudiosos de la economía, casi nada pues carece de política monetaria. Este factor explica ese fenómeno masivo que hemos visto durante los últimos meses en las regiones de frontera con Colombia y Perú,  donde miles de ecuatorianos que salen de compras, los fines de semana a Ipiales y Huaquillas, para beneficiarse de los impactos de las sucesivas devaluaciones que se han hecho del peso colombiano y el nuevo sol peruano. Entretando, en Tulcán, los carchenses sufren, impotentes, la quiebra de sus negocios; el transporte pesado, que es la columna vertebral de su economía, no tiene carga y para colmo, las autoridades locales parecen no entender la complejidad del fenómeno y esperan que el Caudillo les haga el milagro de sacarles de una crisis que ha puesto en venta una de cada cuatro casas de una ciudad que puede transformarse en la nueva Comala, la ciudad mexicana de los muertos.
El fracaso de la política económica de Correa.
Se podía pensar que al llegar a la Presidencia el primer economista, con títulos obtenidos en Ecuador, Bélgica y los Estados Unidos de América, uno de sus aciertos podía ser el manejo de la política económica. Los hechos demuestran lo contrario. El economista Presidente no tuvo iniciativas en el campo del desarrollo rural y la necesidad de impulsar nuevos encadenamientos productivos; tampoco se acordó durante 7 años de la necesidad de impulsar el cambio de la matriz productiva, por eso es que al caer los precios de las materias primas se esfuma el publicitado milagro económico del jaguar americano y viene la desesperación por hacer tres emisiones de bonos, por empeñar las reservas de oro físico, “poner en el Monte de Piedad las joyas de la abuelita”, dice con amarga ironía nuestro pueblo; por vender anticipadamente el crudo, por reconciliarse con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para que le den luz verde para nuevos endeudamientos. Por firmar un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea. Por explotar el petróleo del Yasuni, situado en la región de mayor biodiversidad del mundo; por poner salvaguardias de la balanza de pagos, que no resuelven el problema pero si afectan los acuerdos de integración subregional.
Ninguna planificación, ninguna previsión, como advierte el economista Eduardo Valencia, la caja fiscal está vacía y el país técnicamente quebrado. Algunos creen que Correa es un neokeynesiano, no lo creo, J.M. Keynes, el gran curandero del capitalismo de los años 30 del siglo XX, nunca defendió el desorden fiscal ni podía haber previsto la necesidad de economías abiertas en medio de la catástrofe humanitaria a la que condujo la dictadura neoclásica del mercado.
El Estado de propaganda y el socialismo.
Correa se aprovechó de una de las consecuencias de la crisis bancaria de fines de los 90 y se apoderó de una enorme cantidad de medios de comunicación para crear un Estado de Propaganda que vendió la leyenda de la Revolución Ciudadana y el Socialismo del Siglo XXI. Nueve años después podemos afirmar categóricamente que no ha ocurrido ni lo uno ni lo otro. No hay revolución. No hay socialismo.
Correa ha sido – y es – un celoso custodio y modernizador del capitalismo. Ha respetado y hecho respetar a sangre y fuego la propiedad privada de la clase capitalista. Todos hemos visto por televisión, por ejemplo, los desalojos violentos y la destrucción de las humildes viviendas de los pobladores de los barrios marginales en Guayaquil, casi todos gente pobre, indígena y campesina, expulsados por el fracaso de las políticas de desarrollo rural, incluida la llamada Ley de Soberanía Alimentaria, a la que los campesinos denominan Ley Monsanto.
Correa ha sido, a través de la gran obra pública y sus contratos, el gran benefactor de la burguesía ecuatoriana y de las empresas transnacionales. Las carretas, los puentes, los aeropuertos, las hidroeléctricas, se hicieron bajo decretos de emergencia para no cumplir la Ley de Contratación Pública. ¿Será que la brasileña Odebrecht, cuyo ejecutivo máximo en Brasil está en la cárcel, se contagió en Ecuador de la publicitada honradez de los correistas? Será que se reformaron en el Ecuador, porque en el año de 1991, en el gobierno de Borja, yo hice un juicio político a su Ministro Jorge Gallardo, por sospecha de negocios turbios en el Trasvase de aguas del Río Daule a la Península de Santa Elena. El pleno del Congreso me dio la razón y el Ministro fue censurado y destituido.
Correa y los trabajadores manuales e intelectuales.
En la otra orilla, Correa ha sido, en cambio, un verdugo de los trabajadores públicos y privados: a los que ha despedido por miles, despojado de sus utilidades, desfinanciado el fondo de pensiones de jubilación del IESS, al suspender el aporte del 40% que realizaba el Estado. Para no hablar de la infamia que significa el despojo, el robo, de los ahorros privados de miles de maestros primarios y secundarios. ¿Se olvidó entonces que el socialismo es la doctrina de los trabajadores? ¿O es que en las Universidades del norte esas lecturas no están en la bibliografía?
¿Revolucionario Correa? Un hombre que no cree en la necesidad de la Reforma Agraria, que cree que son antieconómicas las pequeñas y medianas propiedades agrícolas, (como lo recordaba la Dra. Liiisa North en uno de sus artículos), pese a que las propias estadísticas oficiales señalan que son esas pequeñas propiedades las que abastecen de alimentos básicos la mesa de los ecuatorianos. Correa que tiene una misión surcoreana en la Ciudad del Conocimiento en Urcuquí, al parecer, por esa manía que tiene de no escuchar a nadie, no les ha consultado cómo empezaron su proceso de desarrollo económico, pues de hacerlo le habría explicado que el dictador Pak Chung Ji, para poder emular con la China de Mao y la Corea del Kim Il Sung, tuvo que hacer una drástica reforma agraria que eliminó todas las propiedades mayores de tres hectáreas. Esto en las condiciones específicas de la Península Coreana, en plena Guerra Fría, porque no estoy diciendo que haya que hacer lo mismo en el Ecuador.
Correa, el hombre.
Correa es en realidad un individuo de profundos resentimientos y frustraciones personales. Su odio colonial y racista al movimiento indígena nació antes de la primera vuelta electoral, en el 2006, cuando los indios, golpeados por la pésima experiencia de la colaboración con el Coronel traidor y reaccionario Lucio Gutiérrez, le negaron el apoyo electoral de primera vuelta al candidato ausente de las luchas populares Rafael Correa, aunque en la segunda vuelta, para derrotar a esa cosa fofa que es Noboa, todos votaron por Correa.
¿Es acaso Correa tan limitado intelectualmente para ignorar que en el Ecuador no se puede hacer una revolución social sin los indios o peor contra los indios? No, Correa es inteligente y medianamente culto, por eso es más peligroso y por eso mismo me atrevo a señalarlo como un impostor que sirve a los intereses de la burguesía criolla y al gran capital transnacional, mientras habla como un loro amaestrado de la revolución ciudadana, aunque ahora ya no mucho del socialismo del siglo XXI, ideado por mi amigo Heinz Dieterich.
Correa y el socialismo.
¿Es Correa socialista? El socialismo es para mí una gran utopía, construida sobre lo mejor del humanismo y los avances de la ciencia; un hermoso sueño de emancipación humana. Los obreros, los indios, las mujeres, los jóvenes de todas las edades, los campesinos, los pequeños comerciantes, los pobladores de los barrios suburbanos, los negros, los maestros, los estudiantes, los intelectuales, los artesanos, los pequeños y medianos empresarios, es decir toda “esa gran humanidad que ha dicho basta y ha decido escribir su propia historia”, en su compleja diversidad y opciones de vida, se levanta para poner punto final al sistema capitalista, para eliminar todas las formas de explotación del hombre por el hombre, para abolir todas las formas de discriminación, de exclusión social, para liquidar la raíces de la desigualdad, para impedir la destrucción de la naturaleza y coincidir con las grandes cosmovisiones de los pueblos indígenas que siempre vieron a la tierra como un ser vivo, para preservar los derechos de las actuales y futuras generaciones. Teniendo claro que ninguno de sus grandes visionarios tuvo las recetas sobre cómo construir el socialismo y que, por lo mismo hay que caminar sobre terreno inexplorado, sabiendo además que la experiencia del llamado “socialismo real”, en Eurasia, tuvo muy pocos aciertos, pero también una montaña terrible de errores y crímenes que no pueden ni deben ser silenciados.
¿Que puede tener de socialista Correa? Un hombre vanidoso, individualista,  autosuficiente, que a duras penas parece haber leído a los neokeynesianos, que declara sus enemigos a los obreros, a los indios, a los ecologistas infantilistas, a las gorditas horrorosas.
El politburó de la “revolución” correista.-
¿Qué puede tener de socialista y revolucionario un político que se rodea de la “partidocracia” en pleno para hacer su gabinete: Alexis Mera Giler, el que dirige la fábrica de proyectos de ley para los alza manos del Parlamento, manabita, brazo derecho de León Febres Cordero; Vinicio Alvarado, el gran publicista de Abdalá Bucaram y ahora de Correa; Raúl Patiño Aroca, miembro del club de los “gustavinos”, hermano de Raúl, Ministro de Bienestar Social de Gustavo Noboa Bejarano, de la Democracia Cristiana; Nathaly Celí, Ministra de Jamil Mahuad; Ivonne Baky, amiga de Donald Trump y operadora de intereses del Imperio; Freddy Ehlers, periodista de la Televisión que hace el ridículo nacional con sus boberías sobre su buen vivir personal; Fernando “El Corcho” Cordero, nieto de un ilustre abuelo, acaba de pasar a la “historia universal de la infamia”, como diría Jorge Luis Borges, con su declaratoria de guerra a los indios y los obreros. Hasta el Coronel Lucio Gutiérrez tiene su cuota en este reparto ministerial: Doris Solys, Betty Tola y un tal parlamentario Hernández son parte de ese acuerdo. Como vemos un Estado Mayor o Politburó perfecto para irse de bruces contra la tradicional rebeldía y espíritu libertario del pueblo quiteño y ecuatoriano. Conste que no incluyo a la “peladita” que puso frente al Parlamento, como ejemplo de meritocracia, con su título de Bachiller.
Correa descalifica a la Universidad Ecuatoriana.
¿Qué puede tener de socialista un tecnócrata que, de un plumazo, descalificó a la Universidad Ecuatoriana, a sus profesionales, para impulsar un proyecto de modernización de la educación superior que es una mezcla extraña de elementos tomados de Europa y los Estados Unidos de América. Proyecto que tiene paralizadas y miedosas a las universidades públicas, despojadas de su autonomía, y cuyos claustros se pasan llenando formularios que no sirven para nada. Algo más, estaba analizando el comportamiento de la matrícula en las universidades públicas y privadas en los últimos años. La modernización de Correa ha determinado una severa caída de la matrícula en las universidades públicas y un incremento acelerado de la matrícula en las universidades privadas. Este hecho lo pone a Correa como un émulo de Pinochet, sin golpe de Estado, ha logrado la chilenización, es decir, la privatización de la universidad ecuatoriana.
Ah, pero es que el proyecto estrella era Yachay y la Ciudad del Conocimiento. Pero también esa loca improvisación se ha derrumbado por las denuncias del científico catalán Fernando Albericio, su primer Rector, que ha puesto al desnudo el abuso de poder, la corrupción y el disparate en la planificación de la malla curricular y las carreras… De los profesores contratados en ese mismo centro que no cumplen los requisitos académicos señalados por la Ley de Educación Superior y sus reglamentos. Pocos académicos de gran valía tuvieron el valor de decirle a Correa que Yachay  y la “ciudad del conocimiento”  son “proyectos faraónicos que ni satisfacen las reales necesidades académicas y educativas del Ecuador, ni tienen la más remota viabilidad, ni van a traer otra cosa que desilusión y despilfarro”. Todo honor a esos amigos que cumplieron el deber crítico de la Universidad contra el poder, contra todo poder que no sea el de la academia: Arturo Villavicencio y Enrique Ayala Mora.
Estas son – en una visión telegráfica, muy influida por el estilo de Hemingway – las condiciones que han determinado un progresivo desencanto y desamor del pueblo ecuatoriano con Correa. Hoy debe estar, según los que conocen su psicología personal, desesperado y seguramente acosado por los espíritus que moran en el Palacio Presidencial. Correa ha llamado, por vez primera, al diálogo, pero nadie le cree. Ocurre como en los procesos de Nuremberg, el Fiscal dijo que “la esencia del mal es la incapacidad de empatía, es decir de sentir lo que siente el prójimo”. La brutal represión de éstos días al movimiento indígena, los más pobres y olvidados del Ecuador, en las provincias ecologistas del Austro y la Amazonía, demuestran que Correa no siente, no oye, se ha sumido en su yo profundo, no sé si encerrado en el baño, como Mahuad en vísperas del 21 de enero del 2000, atizando una propaganda burda, sórdida y confiado en que los mandos del Ejército no le retirarán el apoyo, como ha ocurrido siempre en circunstancias parecidas, pues para honor de la fuerza castrense, nunca hemos tenido “gorilas”, como ocurrió en el Cono Sur y Centroamérica.
Correa, como los grandes bufones de la historia, seguirá diciendo que a esta Revolución no la para nada ni nadie. Pero la economía del País está quebrada. La credibilidad del Caudillo rueda por los suelos como una careta. Correa no tiene iniciativas políticas y además de la ofensiva indígena y popular tiene el problema generado por las otras fracciones de la derecha política, de raíz aristocrática, a las que no le gusta delegar el poder, y que, además saben que ya no le pueden exprimir nada a Correa, por lo cual, para promover el péndulo, seguirán afirmando que Correa es comunista, socialista y que no podemos ser como Venezuela o como Cuba.
 
 
 

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