Um presidente que não se ajoelha, num Caribe turbulento
Texto: Consuelo Ahumada - Colômbia
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Bush          prohibe visita de Uribe: Quiere destruir a Chávez, no negociar          con él
Por          Heinz Dieterich
         11/02/2005 –
1. América Latina: teatro de operaciones del “Programa Phoenix”          mundial
El significado de todo evento se deriva de su contexto. El contexto que          explica la prohibición de la visita de Uribe a Caracas está          dado por tres paradigmas: a) la preservación, a sangre y fuego,          de la Doctrina Monroe, b) la destrucción del proceso de paz de          Contadora en los años ochenta y, c) la Operación Phoenix          de Vietnam.
2. Pros y contras de la pretendida solución diplomática
El encuentro entre los presidentes Hugo Chávez y Álvaro          Uribe (3 de febrero) en Caracas fue cancelado por Bush, porque la Casa          Blanca concluía correctamente que la visita de Uribe —dentro          de un contexto de enormes éxitos políticos de Hugo Chávez          en Brasil y Argentina— equivaldría a uma derrota táctica          de su peón andino y su propio Plan Colombia. Y Uribe se acostó          obedientemente “enfermo”, seguramente un tanto agradecido, porque,          al menos, no lo envenenaron por su herejía, como hicieron con el          Presidente Yasser Arafat.
Las expectativas del encuentro habían sido altas: se llegaría          al fin del conflicto diplomático bilateral en torno a los lineamientos          que el Presidente Chávez había adelantado en Buenos Aires:          “Una vez que Colombia emite un comunicado en el que, en lenguaje          diplomático, aceptan que van a investigar y dicen que eso no se          va a repetir, que hay que respetar la soberanía de los pueblos          hemos dicho: ´bueno, el impasse está casi solucionado´”.
Un arreglo diplomático de este tipo hubiera sido un compromiso          que permitía a ambos gobiernos superar el conflicto, sin perder          la cara. Em términos futbolísticos se trataba de un empate.          El perdedor táctico sería Washington.
Para los pueblos latinoamericanos esa solución no era óptima,          porque no se aprovechaba al máximo el grave error de Uribe, para          debilitarlo decisivamente en lo político y en el Plan Colombia.          Para lograrlo, se hubiera insistido en una disculpa y las sanciones económicas.          Sin embargo, la correlación de fuerzas entre los Estados involucrados,          probablemente no permitió tal victoria, tan necesitada para la          paz interna de Colombia y la seguridad del espacio andino, hecho por el          cual se tenía que optar por la formula adelantada por el Presidente          Chávez y consensuada con Cuba, Brasil, Argentina y Perú.
3. Washington quiere la destrucción, no la solución          negociada
La idea de que Bush-Uribe aceptasen una solución racional y latinoamericana          del conflicto, llevaba un doble pecado de origen. En primer lugar, es          evidente que el trío delincuencial Bush-Rice-Rumsfeld practica          la misma política en América Latina, que usó Ronald          Reagan contra el gobierno sandinista en los años ochenta: destrucción          subversiva y bloqueo de toda solución negociada, como, por ejemplo,          la del Grupo de Contadora.
Es importante actualizarse en la lógica de esa derrota de la diplomacia          latinoamericana que trató de resolver de manera negociada el conflicto          centroamericano a través del Grupo de Contadora y que en 1986 había          encontrado en los llamados “Principios del Mensaje de Caraballeda”          (Venezuela), la formula para la paz en el istmo centroamericano. A tal          grado, que el 14 de enero de 1986, los cinco gobiernos centroamericanos          se adhirieron públicamente a esos principios mediante la “Declaración          de Guatemala”; pero, tan solo, para cancelar a los pocos días          su compromiso, bajo las ordenes de Washington que insistía en la          destrucción militar-económica del sandinismo.
En segundo lugar, llegar a un arreglo negociado con Uribe solo sería          posible bajo el supuesto de que se tratara de un Presidente autónomo.          Este supuesto es doblemente ficticio. Uribe está vinculado estructuralmente          al imperialismo y a la oligarquía colombiana, en, al menos, cuatro          aspectos: a) por la documentación de su narcopasado con Pablo Escobar,          que obra en manos de los servicios de Washington; b) por el apoyo militar-económico          de Washington y sus coincidentes intereses transnacionales; c) por su          perfil psicológico que lo ubica al lado de Tomás de Torquemada,          como el clásico tecnócrata del terror de Estado y, d) por          su escala de valores que coincide plenamente con la de la camarilla dominante          de la Casa Blanca.
4. La derrota táctica no altera el plan estratégico
Al recular Uribe, por órdenes de Bush, ha demostrado que él          no manda nada en su país; que no es más que un procónsul          que exporta el terrorismo de Estado. Y aunque fuese a parar dentro de          unos ocho días a Caracas, lo que es poco probable, y sea cual fuese          el resultado del encuentro entre ambos presidentes, y firme lo que firme,          seguirá siendo el enemigo estratégico número uno          de los pueblos, democracias y Estados progresistas latinoamericanos y          seguirá siendo el operador número uno del Monroeismo militar          y terrorista de Bush en América Latina.
5. Vietnam a escala mundial – la Operación Phoenix
El “Programa Phoenix” fue creado por la CIA en 1967, para destruir          mediante asesinatos, secuestros y torturas sistemáticos la infraestructura          civil del Movimiento de Liberación Nacional de Vietnam (Vietcong).          Alrededor de ochenta mil personas fueron asesinadas en Vietnam bajo ese          programa que no solo ha sido reactivado como modelo para varios aspectos          del orwelliano Department of Homeland Security de Bush, sino también          como plan de terrorismo de Estado a nivel global.
Preguntado sobre si era necesario que el gobierno de Bush reestableciera          un “programa de identificación y asesinato” de adversarios          específicos, como el Program Phoenix, el General William G. Boykin,          sustituto del subsecretario del Pentágono para asuntos de inteligencia          (Deputy Under Secretary of Defense for Intelligence) contestó que:          “Matar o capturar a esa gente es una misión legítima          para el Pentágono y el proceso inter-ministerial”, que coordina          la política de seguridad nacional. “Creo que estamos haciendo          lo que el Program Phoenix quería hacer. Sólo que le quitamos          todos esos aires de secretividad”. (“I think we´re doing          what the Phoenix program was designed to do, without all of the secrecy.”)
A tal propósito el Pentágono ha creado, con el apoyo del          Congreso, um segundo Leviatán al lado de la CIA. Dentro de la Agencia          de Inteligencia Militar (Defense Intelligence Agency), el Ministro de          Guerra, Donald Rumsfeld, ha organizado una nueva unidad clandestina de          inteligencia y el Congreso ha autorizado por primera vez en la historia          de postguerra, um fondo anual de 25 millones de dólares para las          fuerzas especiales del Pentágono, que estas pueden usar directamente          para “apoyar a fuerzas extranjeras, fuerzas irregulares, grupos o          individuos” que ayudan a las misiones contra “el terrorismo”.
Es decir, desde la corrupción de funcionarios internacionales hasta          la contratación de escuadrones de la muerte, las Fuerzas Especiales          estadounidenses pueden hacer lo que quieran en el mundo, sin supervisión          jurídica de ninguna índole, simplemente invocando la “guerra          contra el terrorismo”.
Junto con los centros clandestinos de tortura, desapariciones y asesinatos,          que Washington mantiene de forma directa o indirecta em Jordania, Egipto,          Afganistán, Irak y múltiples otros lugares, el mantenimiento          de líneas aéreas clandestinas para transferir los secuestrados          de un lugar del globo a otro, el desconocimiento total de la Convención          de Ginebra y la Operación Phoenix a nivel mundial, el trio Bush-Rumsfeld-Rice          han creado la Primera Internacional del Terror eficiente, que ha conocido          la historia humana.
6. Parte de Guerra del teatro andino de operaciones
6.1 Alerta roja
A medianoche del miércoles, 19 de enero, sonó el teléfono          del canciller venezolano. Era una llamada internacional muy urgente. Advertía          la voz, que las Fuerzas Armadas de Colombia, bajo el mando del Presidente          Álvaro Uribe, habían sido puestas en estado de “alerta          roja”: el máximo estado de alerta que conocen.
Poco después sonó el teléfono en otra instancia del          Estado venezolano. Desde otro rincón de la aldea global, se le          advertía sobre la maniobra de Uribe y sus generales. El plan general          de Bush-Uribe, de provocar um incidente militar, era conocido en esa instancia,          inclusive con detalles que no son públicos. La pregunta para los          analistas era, si la puesta en “alerta roja” de las Fuerzas          Armadas colombianas señalizaba el inicio de la agresión          o si respondía a otros objetivos.
La información original había emanado de fuentes militares          estadounidenses y parecía segura. Sin embargo, Uribe y Bush no          habían logrado crear el apoyo político internacional en          torno al secuestro de Rodrigo Granda, que era imprescindible para pasar          a la segunda fase de su plan de agresión: un incidente militar          capaz de legitimar la intervención de la Organización de          Estados Americanos (OEA).
En consecuencia, los analistas llegaron a la conclusión que el          hecho servía para funciones de inteligencia, en particular, medir          el nivel de información y la capacidad de reacción del Presidente          Hugo Chávez y de las Fuerzas Armadas venezolanas, ante un futuro          escenario real. De todas formas, ante el despliegue de alrededor de 50          mil tropas en los departamentos del centro-norte colombiano, y otras decenas          de miles en el sur, muchas de ellas de elite, entrenadas por Washington,          no dejaba de ser preocupante la medida del máximo exponente del          terrorismo de Estado en América Latina.
6.2 Expulsión de la ONU
Es inminente la expulsión de facto del comisionado especial del          Secretario General de la ONU en el proceso de paz de Colombia, James Le          Moyne, solicitado en noviembre del 2004 por Uribe a Kofi Annan. La independencia          de Le Moyne, su conocimiento del problema colombiano, y su seriedad constructiva,          al igual que su oposición a la estrecha colaboración de          Uribe con los paramilitares, lo habían convertido en persona non          grata para el Presidente. Su expulsión callará una voz crítica          frente a la política de terror de Uribe y hace recordar el retiro          de los observadores de la ONU en Irak como medida necesaria para facilitar          la agresión militar estadounidense.
Le Moyne, ex reportero del The New York Times e hijo de una familia de          militares estadounidenses había participado durante tres años          en las negociaciones de paz en San Vicente de Caguán y disfrutaba          de la confianza de las FARC. Cuando el comandante de las FARC, Simón          Trinidad, fue secuestrado por la CIA y las policías colombianas          y ecuatorianas en Quito, su misión había sido mantener negociaciones          confidenciales con Le Moyne y um representante del gobierno francés          sobre el intercambio de prisioneros.
6.3 Acuerdos de intercambio de inteligencia
Los acuerdos sobre intercambio de personal militar y de inteligencia entre          los gobiernos de Venezuela y Colombia, consensuados por los respectivos          Ministros de Defensa, General Jorge García Carneiro y el empresario          colombiano Jorge Alberto Uribe, en el Ministerio de Defensa de Venezuela,          los días 14 y 15 de diciembre, fueron un avance importante en la          estrategia de Bush-Uribe, de alinear los Estados colindantes en la nueva          Operación Cóndor que en parte se realiza sobre convenios          entre los servicios, y en parte, mediante acciones unilaterales de Bush-Uribe.
Estos acuerdos complementan convenios realizados el año pasado          con el Perú en las cuales el general Murazzo Carrillo, comandante          de la policía peruana, se reunió con la cúpula de          la policía colombiana con el fin de “fortalecer la red de          inteligencia entre los dos países, crear mejores medios para intercambiar          información en la lucha contra el terrorismo, el tráfico          de armas y de explosivos” y para fortalecer “el pie de fuerza          en la frontera colombiana con el fin de cerrar el paso a miembros de los          grupos armados ilegales y evitar acciones ilícitas”.
Dentro de estos acuerdos, en agosto de 2004, el ministro de Defensa, Jorge          Alberto Uribe y su homólogo del Perú, General (r) Roberto          Chiabra León, instalaron en Bogotá el seminario “Las          Campañas Contra el Terrorismo en Colombia y Perú: Un Análisis          En Perspectiva Comparada”. El evento, donde se compartieron las experiencias          de ambos países en la lucha contra el terrorismo, contaba con la          presencia de un “destacado grupo de panelistas y moderadores, entre          los que se destacan el Comandante de las Fuerzas Militares de Colombia,          general Carlos Alberto Ospina, el general del Aire, Aurelio Crovetto Yañez,          Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Perú, el doctor          Jorge Noguera Cote, director del Departamento Administrativo de Seguridad,          DAS, y el doctor Thomas A. Marks, consultor en riesgo político,          experto en insurgencia maoísta.”
Uribe destacó la importancia del intercambio de las experiencias          que ambos países han tenido en la lucha contra el terrorismo mientras          que Roberto Chiabra, afirmó que “con adversarios como es el          narcoterrorismo no podemos hablar mucho de tiempo, sino de metas. Una          de esas metas es este intercambio de experiencias, tenemos cosas muy similares          que intercambiando experiencias y cómo han sido las estrategias          que hemos aplicado nosotros em cada uno de nuestros países, de          repente nos pueden servir adaptándolas a nuestra realidad”.
Los militares colombianos y peruanos juntos por el “sendero luminoso”          del antiterrorismo: esta es la integración militar latinoamericana          desde la derecha y del Pentágono que solo se podrá parar          con la integración militar bolivariana y democrática.
La colaboración con el Ecuador es igualmente avanzada como la del          Perú, tal como se evidenció en el secuestro de Simón          Trinidad en Quito, por las fuerzas combinadas de la CIA, de los servicios          colombianos y los servicios ecuatorianos de Lucio Gutiérrez. Hacia          el norte la penetración de los paramilitares y servicios de inteligencia          colombianos es avanzada em Panamá y, como reveló el Partido          Vanguardia Popular de Costa Rica, también en este país,          donde la policía política de Uribe, el DAS, opera impunemente          y en estrecha colaboración con los servicios costarricenses contra          los ciudadanos colombianos residentes en la “Suiza de América          Latina”.
Como es evidente, los acuerdos firmados con Venezuela el 15 de diciembre,          extienden la penetración de la Operación Phoenix de Bush-Uribe          hacia un país importante, y adicional, de la zona andina.
6.4. Armamentismo
La guerra suele ser un buen negocio para diferentes sectores de las elites          y esta es una de las razones, por las cuales la militarización          del conflicto y el armamentismo del gobierno Uribe sigue sin césar.          Con más de tres mil millones de dólares entregados por Washington          en los últimos años la bonanza económica seguirá          mientras él estará en el poder.
Recientemente fueron asignados más de 230 millones de dólares          para la compra de modernos aviones de combate para la Fuerza Aérea          y la industria bélica del país ya está en condiciones          de construir sus propios barcos de guerra, como las Patrulleras de Apoyo          Fluvial ARC, que son operadas por a infantería de marina en los          ríos del sur de Colombia. Construidas em Cartagena por la empresa          COTECMAR con tecnología naval cien por ciento colombiana, tiene          capacidad para transportar a cien efectivos militares y una tripulación          permanente de 18 personas. Así mismo posee un control de tiro de          armamento diseñado por los ingenieros navales de la Base Naval          ARC “Bolívar”.
6.5 La trampa de San Vicente del Caguán
La ofensiva general del Plan Colombia que ha sido desatada dentro de Colombia          y en su componente de Plan Condor en los países de la región,          no hubiera sido posible sin las negociaciones de San Vicente del Caguán.          Toda ofensiva estratégica requiere de inteligencia previa y esa          inteligencia fue obtenida por los servicios de inteligencia estadounidenses          y colombianos em la zona despejada para la negociación.
San Vicente del Caguán fue, de hecho, una trampa de inteligencia          preparatoria para la ofensiva estratégica; nunca había intención          real de la oligarquía para llegar a una paz negociada. Fue en esos          monitoreos constantes que Washington obtuvo lo que se llama “el orden          de batalla electrónico” de las FARC, los datos de la logística          de las tropas, de los cuadros milicianos en la zona así como las          fotos y las huellas digitales de cientos de cuadros de las FARC. Hoy día,          la guerrilla paga el precio que puede llegar a ser tan alto como el de          la legalización de la Unión Patriótica en su momento,          que le costó la vida a miles de cuadros de conducción.
La nueva generalidad, nombrada por Uribe, es parte de ese panorama, cuya          mentalidad es expresada prototípicamente por el General Carlos          Alberto Ospina Ovalle, comandante de las Fuerzas Militares: “Las          fuerzas militares no están hechas para procesos de paz. Por eso          nos dan fusiles, helicópteros, municiones. Las fuerzas militares          están hechas para respaldar las políticas del Gobierno y          la defensa de la población civil.” (El Espectador, 18-01-04).
Fue uno de esos máximos exponentes del militarismo colombiano,          com rango de general, quien reconoció recientemente en una entrevista          con um diario ecuatoriano que las negociaciones de “paz” nunca          habían sido outra cosa que una fuente de oro informativa sobre          las FARC.
Otra parte de esta política permanente de engaños y mentiras          del dúo Bush-Uribe es la constante violación del convenio          sobre la base de Manta em el Ecuador, limitada al combate contra el narcotráfico,          pero que Washington utiliza para dirigir la guerra en el sur de Colombia          en estrecha cooperación con la base de Tres Esquinas, en el Caquetá,          Colombia.
7. El convenio de inteligencia entre Venezuela y Colomba
Es dentro de este contexto regional e internacional y a dos días          del secuestro de Rodrigo Granda que se firman los acuerdos sobre intercambio          de personal militar y de inteligencia entre los gobiernos de Venezuela          y Colombia, el 15 de diciembre, en Caracas.
Al dar a conocer el acuerdo, el ministro colombiano, Jorge Alberto Uribe,          declaró en rueda de prensa con su homólogo venezolano que          acordaron “reanudar e intensificar el intercambio de oficiales diestros          de las distintas fuerzas militares y policiales” de los dos países.          “Hemos acordado ahondar la parte estratégica, es decir, la          parte de información de inteligencia”, agregó el General          García Carneiro, quien señaló además que ambos          ministerios de Defensa se han propuesto celebrar “semestralmente”          este tipo de reuniones de trabajo. También se comprometieron a          realizar, al menos cada seis meses, reuniones para analizar temas de seguridad          fronteriza y diseñar planes de acción.
En una posterior reunión entre el embajador colombiano y el Ministro          García Carneiro, ambos coincidieron en “la necesidad de fortalecer          la coordinación entre las autoridades de ambos países, tal          y como fue acordado durante la visita que realizó a Caracas. el          ministro de Defensa colombiano, Jorge Uribe”.
A la luz de este contexto regional e internacional, sería sorprendente          que Venezuela mantuviera el convenio con un gobierno, que es el principal          violador de los derechos humanos en el hemisferio; que alberga los criminales          políticos que se fugaron del país; que es la principal base          de operaciones contra la Revolución venezolana y que carece del          atributo esencial que caracteriza a un Estado: la soberanía.
Bajo el gobierno de Álvaro Uribe, Colombia no es más que          una extensión del Comando Sur de Estados Unidos. Encarna, por lo          tanto, la Doctrina Monroe, la destrucción de Contadora y la Operación          Phoenix. La negación de esos paradigmas debe ser la guía bolivariana,          para tratarlo.
Texto: Consuelo Ahumada - Colômbia
Texto: Fernando Buen Abad Abad - Filósofo mexicano
Texto: Reynaldo José Aragon Gonçalves - jornalista
Texto: IELA