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Costumbres Electorales

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Por IELA em 06 de abril de 2010

Costumbres Electorales
Por Ricardo Sánchez Ángel – Colombia
06.04.2010 – La civilización política es flor esquiva, y se marchita fácil en la sociedad colombiana. Las violencias y las desigualdades, el autoritarismo y la sumisión son los candados que han encarcelado la democracia o la expropian, como sucede con la seguridad democrática y sus “falsos positivos”, el Estado policía y las bases militares.
Las elecciones en Colombia son ritual que se repite de tiempo en tiempo, para legitimar la democracia realmente existente. Los gobernados señalan quienes serán sus legisladores y sus gobernantes. Por excelencia el día que se sufraga, es el día de la libertad (Rousseau decía refiriéndose con ironía a la democracia inglesa, que era el único día libre).
No obstante, ello sucede en medio de unas costumbres políticas francamente podridas, fétidas de clientelismo, gamonalismo, caciquismo, caudillismo, paramilitarismo. Además de financiación multimillonaria de los capitales legales e ilegales. No solo del crimen organizado sino de grupos económicos que ponen sus chequeras a girar a favor de determinados candidatos. No es de extrañarse que el Partido de Integración Nacional tuviese el guiño del alto gobierno. Y los medios: la televisión, la radio y la gran prensa que fabrican prestigios y censuran protagonismos.
El gobierno del Señor presidente y el de los señores gobernadores y alcaldes coaccionaron a los electores e hicieron favoritismo con la contratación pública  de manera descarada. El Señor presidente hizo la más directa y cínica intervención en política a favor de sus candidatos en la comparsa electoral.
Es muy difícil encontrar en la historia electoral colombiana y de América Latina, unas elecciones tan podridas como las que acaban de realizarse en estos lares.
Se invirtieron todos los valores. Los vicios y transgresiones como la compra y venta de votos, el soborno de las conciencias y la inflación mediática-publicitaria, se exhibieron como virtudes públicas, la forma en que debe comportarse la democracia electoral. El nuevo código es mucha plata, apertura al narcotráfico-paramilitar, partido presidencial con la maquinaria del Estado a favor de los válidos del régimen. Y la organización electoral con contratos de los sistemas de conteo de dudosa legalidad y con anacronismo e incompetencia completa que llevaron a la pérdida de  la credibilidad  de los comicios.
Así las cosas ganó la derecha, la política y la económica, la legal e ilegal y la simulada con afeites y maquillajes. El Partido de la U tiene su adalid, el plutócrata de Juan Manuel Santos, el Partido conservador a la consentida de todos los gobiernos, Noemí Sanín. Los verdes eligieron a Antanas Mockus con un programa moralista y esquizofrénico; de un lado la defensa de la vida como algo sagrado y del otro Gilma Jiménez con su cadena perpetua que es la pena de muerte en vida, el más  abominable acto de venganza, una versión moderna de la ley del talión; ojo por ojo, diente por diente.
El Partido liberal con Rafael Pardo intentando recuperarse de su hambruna burocrática y aceptando el concurso de políticas y políticos de dudosa honestidad.  Germán Vargas Lleras con la más recalcitrante política de derecha con el primado de lo militar.
El Polo democrático exhibió su crisis. Perdió en cinco parlamentarios, mantuvo la misma votación lo que es disminuir ante el aumento potencial de los votantes. No pudo liberarse del clientelismo y el caciquismo ni agitó un programa democrático. Se comportó como un fantasma y como si fuera poco con el peor candidato presidencial posible: el doctor Gustavo Petro.
La respetable explicación de que el Polo es un partido perseguido y por ello lo sucedido, es una verdad a medias. También la Corte Suprema de Justicia – y de qué manera – ha estado perseguida por el régimen. Y el liberalismo en figuras como Piedad Córdoba y Ramiro Bejarano.
Nota Bene: Que entre el Diablo y escoja

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