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¿Daniel Noboa pide una Base militar yanqui en Ecuador?

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Por Manuel Salgado Tamayo - Professor Universidade Central do Equador em 28 de outubro de 2025

¿Daniel Noboa pide una Base militar yanqui en Ecuador?

Foto: Galapagos, na mira de Trump

En un momento histórico de amenazas e incertidumbres, en el que el poderoso imperio norteamericano pretende mantener su hegemonía en base de guerras destructivas en Irak, Irán, Afganistán, Israel – Palestina y Ucrania, arriesgándose a una catástrofe global que destruiría los bienes comunes de la humanidad. Y en las nuevas circunstancias regionales en las que a la guerra comercial se suma la expulsión de nuestros migrantes, tragedias que veíamos lejanas se ciernen como una tormenta sobre nuestros hermanos de México, Cuba, Venezuela y Colombia con el falso argumento de las drogas.

En las condiciones mencionadas y como resultado de la debilidad del Estado ecuatoriano y el gobierno para imponer, en ejercicio de la “violencia legítima”, el clima de seguridad interna que demanda nuestro pueblo, se plantea la torpeza miope y colonial de pedir una base militar al peligroso imperio en decadencia. ¿Olvidamos la historia? Porque han sido las administraciones norteamericanas las que trataron de apoderarse de nuestro territorio. A inicios del siglo XIX el capitán estadounidense David Porter estableció una base naval en las islas Galápagos. En 1852 el gobierno de los EUA encomendó al embajador Cushing la compra del archipiélago. En 1854 un senador yanqui buscó obtener derechos de explotación de guano en las Galápagos, a cambio de tres millones de dólares. Pidiendo que como prenda de garantía quedarían las islas Galápagos.

Luego del triunfo de la revolución liberal, en 1895, los norteamericanos propusieron al Viejo Luchador un contrato de arrendamiento de las islas por 99 años, al precio de 15 millones de dólares. Alfaro tuvo el buen sentido de llamar a una consulta popular que se pronunció por el NO. Entones el general Eloy Alfaro, en el mensaje a la nación, rendido en el Congreso Nacional, el 29 de agosto de 1901 pronunció un mandato que debería estar vigente siempre:

Ni una pulgada del suelo de la Patria puede cederse a nadie, sin hacerse reo de parricidio. Nada de vender el territorio; nada de mermar la sagrada herencia que nos legaron los libertadores. El suelo de la República no pertenece a ninguno, sino a ella misma; y la República no puede despojarse de sus derechos, sin abdicar su soberanía y envilecerse. Desgraciado de quien la escarnezca de esa manera; su nombre pasaría a la posteridad con marca de eterna infamia.

Durante la segunda guerra mundial, los Estados Unidos de América tomaron posesión de la península de Santa Elena y la Isla Bartra en las Galápagos, en donde realizaron instalaciones militares. Los diputados constituyentes, elegidos en el espíritu de la revolución del 28 de mayo, pidieron la salida de las tropas norteamericanas en una resolución adoptada el 17 de agosto de 1944. Las tropas se fueron, no sin antes destruir todas las instalaciones y arrojar al mar los vehículos y equipos militares.

En 1987, en gobierno de León Febres Cordero, con el pretexto de reconstruir 65 kilómetros de la carretera Hollín- Loreto – Coca, destruida por el terremoto, ingresaron tropas norteamericanas que, en varios meses sólo habían realizado en terraplén para la construcción de una nueva sede de la famosa Escuela de las Américas donde se formaron algunos de los militares que sembraron el terror en el Cono Sur y América Central. El Congreso Nacional en pleno, por unanimidad, demandó del señor presidente de la República el retiro inmediato de las tropas norteamericanas del suelo Patrio, en aras de la preservación de la soberanía nacional y la paz pública. Y las tropas se fueron.

Los acuerdos de concesión de la Base Aérea de Manta se consagraron el 12 de noviembre de 1999, en el gobierno de Yamil Mahuad, en los que se cedía a los Estados Unidos de América la soberanía terrestre, marítima y aérea de todo en el Ecuador, por un período de 10 años, renovables por períodos de 5 años, por acuerdo de las partes. Los acuerdos eran tan entreguistas que causaron profunda indignación en la sociedad ecuatoriana y fueron uno de los factores que determinaron la caída del gobierno de Mahuad. Cuando se cumplió la década el presidente Rafael Correa, en cumplimiento de un mandato establecido en la nueva Constitución de Montecristi, resolvió no renovar los acuerdos y los militares norteamericanos se fueron.

Por esas graves ironías, que también forman parte de nuestra historia, ahora un presidente nacido en Miami incluye, en una de sus preguntas de la próxima consulta, si los ecuatorianos desean que se establezca una base militar norteamericana y han circulado noticias de que la administración de Donald Trump desea las Galápagos, no se sabe si para construir una “Riviera del Pacífico” o una base militar para agredir a los hermanos de nuestra América.

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Manuel Salgado Tamayo es Profesor principal de la Universidad Central del Ecuador e Ex vicepresidente del Congreso Nacional del Ecuador.

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