Operação Águia – Aliança para o Progresso (E 10)
Texto: Camila Feix Vidal - IELA
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“El pueblo es el gran ausente en esta contienda electoral”
Entrevista a Fidel Nieto por Dick Emanuelsson
Dick Emanuelsson (D.E.): Estoy con el viejo luchador popular Fidel Nieto, rector también de la Universidad Luterana, con quien es un gusto siempre encontrarse. Hace cinco años, justamente unas semanas antes de las elecciones del año 2009 que dio como resultado la llegada del presidente Funes y del FMLN al gobierno, conversábamos y tú me expresabas la preocupación que tenías de que el movimiento social, que era muy importante en ese momento, podría ser neutralizado ante un gobierno supuestamente popular. Cuéntanos, ¿Cómo han sido estos cinco años, en qué situación nos encontramos hoy? Mucha gente critica al gobierno saliente porque no ha cumplido realmente los verdaderos cambios en la estructura, o sea, los cambios estructurales que necesita este país, ¿qué opinas al respecto?
Fidel Nieto (F.N.): Bueno primero, te agradezco que andes por acá, te felicito porque se ve que estás preocupado y siempre muy atento de estar allí donde la cuestión se pone cada vez más interesante. Tú conoces bien casi toda la región y por supuesto América Latina, por eso para vos lo que te voy a decir no será algo nuevo.
Entrando en materia, tal como hablamos hace cinco años, antes de que ganara las elecciones presidenciales el presidente Mauricio Funes; El Salvador tuvo que soportar cuatro gobiernos de ARENA, cuatro gobiernos neoliberales que fueron tremendamente antipopulares. Nosotros hemos dicho siempre que El Salvador es el punto en América Latina donde el Neoliberalismo se aplicó más a profundidad, quizás solo comparable con el gobierno de Pinochet en Chile y la ejecución de sus políticas neoliberales.
Después de cuatro períodos gubernamentales de ARENA, partido que fue constituido por la oligarquía y al servicio de la oligarquía; se consuma, en el año 2009, un cambio producto de una elección que les deja afuera del gobierno; a raíz de este hecho las expectativas que se abrieron en América Latina sobre lo que podía suceder en El Salvador fueron muy grandes. Desde luego esas expectativas se generaron también aquí en el país y lo menos que se esperaba por amplios sectores de la sociedad, es que este nuevo gobierno fuese capaz de apartarse de las políticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y que dejara atrás las políticas neoliberales. Pero no sucedió así, el nuevo gobierno de Mauricio Funes retomó prácticamente las mismas políticas económicas que venían ejecutando los gobiernos de ARENA.
Para entender mejor lo que acabo de decir hay que considerar que la victoria electoral de hace cinco años se daba en un marco de avances políticos y electorales en América Latina, de desarrollos importantes del gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, de avances en Bolivia, en Ecuador y también, de un alineamiento del entonces presidente Manuel Zelaya en Honduras a favor de una política en la cual gobiernos y pueblos de América Latina comenzaban a tomar distancia de Washington. Es en ese entorno que se da aquella victoria de la izquierda salvadoreña por lo que era lógico pensar que también este gobierno, nacido en ese contexto, iba a asumir una política similar y sucedió todo lo contrario. El “Nuevo Gobierno” lo que hizo fue fortalecer su alineamiento a Washington, tomar distancia de Venezuela, y convertirse, en su primer momento, en un Gobierno totalmente crítico al proceso Venezolano.
Esos elementos fueron los que inicialmente marcaron la ruta por la que ha transitado este Gobierno durante los casi cinco años de su gestión. No solo ha mantenido el alineamiento con Washington sino que lo ha reforzado, el país continúa con su dependencia al gobierno estadounidense y mantuvo la misma política económica que traían los gobiernos anteriores. No obstante, este gobierno que está a pocos meses de concluir, ha venido levantando como algo muy importante, ciertos aspectos populistas y asistencialistas, que incluso, no fueron su creación, sino del anterior gobierno del ex -presidente Saca.
D.E.: ¿Con otros nombres? F.N.: Con otros nombres por supuesto. Se incluyen entre esas medidas el reparto de uniformes en las escuelas, de zapatos, de útiles escolares, de un vaso de leche. Todo esto se publicita como que si fuera una gran conquista, es decir, como que si esos fueran los principales logros. Estas medidas tienen dos rasgos a destacar: primero, en su mayoría todos esos programas sociales tienen un financiamiento proveniente de préstamos y donaciones del exterior, por tanto al menos que hayan cambios en la estructura impositiva, no serán sostenibles a largo plazo. Segundo, son dadivas del gobierno que para nada afectan el poder de los grupos dominantes a nivel económico, todo lo contrario, son paliativos que de alguna manera ayudan a desmontar el conflicto social. De esta forma, estos programas sociales unidos al continuado flujo de inmigrantes hacia Estados Unidos y la incorporación de miles de jóvenes a las pandillas, se han convertido en una forma de contención del conflicto social, que a los grupos de poder por supuesto les conviene.
Te explico todo esto para expresarte que aquellas expectativas, en general, han sucumbido. Teniendo en cuenta esto, cualquiera puede pensar, que si no se llenaron ni siquiera mínimamente las expectativas de la población, el partido FMLN debiera perder las elecciones; pero sucede que las otras dos opciones que también están jugando en la contienda electoral, no tienen tampoco nada que ofrecer al pueblo, al electorado y por tanto la posibilidad de que uno de los tres gane puede ser como tirar una moneda al aire; pero quien siempre va a perder es el pueblo, en tanto que ninguno de estos proyectos electorales que ahora se ofrecen para las elecciones del 2 de febrero, encarna las aspiraciones populares, ni siquiera las mínimas medidas que pudiesen encaminar al país hacia un rumbo de bienestar auto sostenible. Ese es más o menos el panorama, hay todo un proceso de desencanto que ha durado cinco años, el cual no tiene señales de que se vaya a superar como producto del resultado electoral que se avecina para el 2 de febrero.
D.E.: Yo me recuerdo también que en la campaña del 2004 y en cierta forma la del 2009, había una fiebre electoral, había mucha gente de ambos partidos, del FMLN y ARENA en la calle. Ahora se ve que no hacen nada, unos afiches por aquí y por allá. Se dice ahora que la campaña electoral se ha desplazado al televisor, eso me hace recordar también la campaña electoral en Chile donde está quizás más desarrollada la forma norteamericana de hacer política. O sea, se presentan imágenes para el consumidor que está al otro lado de la pantalla, consumiendo lo que ve, pero son solamente cliché o consignas. Esa es la política de hoy en día. No he escuchado en ninguno de los eventos del FMLN sobre socialismo o democracia avanzada como sucedió en Honduras; sino que hablan de seguridad para los inversores, tampoco mencionan el poder popular, nunca he escuchado esas palabras en esta campaña electoral. ¿Es una renuncia por parte del FMLN?
F.N.: es que el actual partido FMLN únicamente tiene el nombre de aquel Movimiento Guerrillero heroico y revolucionario que combatió con las armas en la mano a la dictadura militar. El partido actual no tiene nada que ver con aquellas aspiraciones, con aquellas ideas de cambio, de transformación que movían a miles de personas, a ofrecer su vida por aquellos ideales.
Como bien me expresaba un dirigente del FMLN: “Es que en el pasado, en la campañas anteriores, nosotros no teníamos lo que hoy tenemos; no teníamos aviación, no teníamos fuerza aérea, hacíamos las campañas con la tropa; con la tropa territorial”. ¿A qué se refería cuando hablaba de la fuerza aérea? precisamente a la televisión, a la radio, a los medios de comunicación en general. Total, hoy la contienda electoral no se libra en la sociedad, abajo, en los barrios, en las comunidades, en el campo, en los centros de trabajo, en las universidades; ahí no hay campaña electoral. Esta confesión grafica claramente que el pueblo es el gran ausente en esta contienda electoral.
En ninguna universidad uno mira a los jóvenes discutiendo, ya sea a favor o en contra de una fuerza o de otra. Lo mismo sucede en los sindicatos, en las cooperativas de campesinos. Toda la campaña se desarrolla en los medios y ésta ha dejado de ser una batalla entre partidos políticos, entre sus comisiones políticas, ahora se trata de un enfrentamiento que se libra entre publicistas reconocidos en América Latina, especialistas, algunos de ellos, en manipulación de la cabeza de la gente, en vender productos, en marketing electoral y que ahora están contendiendo aquí en El Salvador y mañana se enfrentarán en otras elecciones en cualquier otro país de América Latina o del Caribe.
Estamos ante un escenario donde los principales problemas del país no se están discutiendo en la contienda, en la campaña. Es una campaña de ofertas, cada partido y su candidato hablan de dar, de repartir, de hacer concesiones, hasta dinero están ofreciendo. ¿A qué obedece que los problemas del país no se están discutiendo? A mi juicio, la respuesta tiene que ver con el hecho de que estos especialistas, estos gurús no conocen la realidad del país, aunque sí conocen las técnicas para vender productos y son muy efectivos a la hora de vender candidatos.
En conclusión, el pueblo que debería estar presente en la campaña, debatiendo propuestas, iniciativas y plataformas de lo partidos; es apenas un cliente al que hay que convencer por medio de todas las estrategias y los anuncios publicitarios posibles, que son diseñados y controlados por estos gurús del marketing, para arrancarles el voto. Entonces, el pueblo se convierte en víctimas, en objeto, de un esfuerzo publicitario jamás visto en este país.
D.E.: Pero el candidato presidencial del FMLN, Salvador Sánchez Cerén, decía el 16 de enero de 2014 día que se cumple el 22 aniversario de la firma del Acuerdo de Paz, “nosotros hemos consultado a los barrios y colonias para justamente crear un programa de gobierno para el FMLN” ¿eso es o no cierto? Y ¿qué alcance han tenido y a qué nivel se han hecho ese tipo de consultas? F.N.: Eso que tú dices es muy importante, significativo y llamativo. Es que se supone que el papel de un partido político es el de ofrecerle a un pueblo, a un país, un camino, un proyecto histórico, un proyecto político de progreso, de justicia, de igualdad. El partido está obligado a tener una visión de la realidad, así ha sido históricamente. Desde que surge un partido es porque tiene una oferta para la sociedad, tiene una oferta para el país, pero hoy sucede que no es así. En el caso del FMLN, eso que tú has dicho es cierto, ha hecho consultas y según me decían en esa consulta han participado centeneras de miles de personas. Del mismo modo el otro partido, ARENA, según afirman sus dirigentes hizo igual esas consultas. Lo importante acá es analizar qué se obtiene de esas consultas, de manera tal que lo que ofrece el FMLN ahora, es lo mismo que ofrece el partido ARENA. Esto es porque ese método de ir a preguntarle a la gente que quisiera que se haga si se llega al gobierno, lo usan indistintamente uno y el otro. Eso explica el que no existan diferencias entre la oferta electoral de uno y de otro partido. Eso desnaturaliza el papel histórico de los partidos, de manera tal que podríamos afirmar que la crisis política que vive ahora el país, se expresa incluso en el des-dibujamiento de sus partidos; apareciendo únicamente como maquinarias electorales que sirven para la disputa del poder del Estado y no para proponerle a los países, a los pueblos, a las clases sociales que se supone representan, caminos de solución de los problemas que les aquejan.
En definitiva, tenemos partidos sin proyecto político, sin proyecto histórico y sin ideología, que ofrecen los resultados de consultas hechas al mejor estilo de las casas encuestadoras. En el fondo nosotros pensamos, y esto creo que es lo más destacado, que hoy lo que está en juego son dos visiones capitalistas del país. Esto expresa la confrontación de un grupo de poder oligárquico heredero de las oligarquías del pasado, de las oligarquías que condujeron este país incluso a través de una dictadura militar y que hizo que llegáramos a una guerra civil y que son los que están siempre detrás del partido ARENA; contra un poder económico emergente que ahora se expresa y se agrupa alrededor de la empresa ALBA Petróleos, el cual se ha convertido en un importante polo de poder económico. Entonces, lo que está en disputa, aunque no se diga en la pantalla, aunque no se diga en los anuncios publicitarios, es qué grupo económico va a marcar el rumbo de la economía en los próximos años.
D.E.: Ese grupo ¿está controlado por el gobierno o está ligado al partido FMLN o a algunos personajes del FMLN? F.N.: ALBA es un agrupamiento económico que se ha construido a partir de la ayuda del Gobierno Venezolano a través de la venta de combustibles en el país, con un valor en activos de cerca de ochocientos millones de dólares, tal como lo afirmó públicamente uno de los principales dirigentes del partido y de ALBA. Este grupo está invirtiendo en diversas áreas de la economía del país, controlan la distribución de al menos una tercera parte de combustible, controlan una planta almacenadora de combustible en la cual se invirtió un poco más de doscientos millones de dólares, están adquiriendo tierras, están invirtiendo en súper mercados, en producción agrícola, en una planta de producción energía a través de paneles solares, en la producción de medicinas, en el ámbito de las finanzas, etc. En fin, es un poder económico que ha nacido ahí y nosotros no vemos eso como algo malo; nada más te estoy reflejando el fenómeno. Es una evidente realidad que es un poder económico que se está desarrollando a pasos agigantados y que ahora se enfrenta al viejo poder económico oligárquico.
Hay que agregar además que a ese nuevo agrupamiento se van acercando sectores del capital que se han visto excluidos del viejo grupo de poder económico, pues ahora miran en esta gran empresa la posibilidad de seguir haciendo negocios. Entonces ¿cuál es nuestra lectura a propósito del actual proceso electoral? En el fondo de los fondos, lo que está en disputa en las elecciones del 2 de febrero es qué grupo de estos, el viejo oligárquico o el nuevo grupo de poder económico, se hace del control del Estado. El que se haga del control del Estado va imponer su ruta al otro grupo, utilizando como una palanca de poder precisamente el Estado, ésta es la gran batalla. Por eso es que ahora la campaña no escatima esfuerzos de varios miles de dólares que se gastan diariamente, porque lo que está en juego es qué grupo de poder va a marcar el rumbo y al servicio de qué grupo va a estar la economía del país y el gobierno en los próximos años; y ojo, esto pudiese ser un quiebre histórico.
D.E.: ¿A qué te refieres con quiebre histórico? F.N.: Resulta que con la guerra se le quitó a la oligarquía el control del ejército, visto el ejército como el factor a través del cual la oligarquía controlaba el Estado, una especie de clase gobernante. Ese papel terminó con la guerra de doce años, pero el poder económico de la oligarquía siguió incuestionado, es decir, salió incólume de la guerra en su calidad de clase dominante, pudiéndose incluso, asentarse mejor, haciendo nuevos negocios con los procesos de privatización de empresas del Estado como la banca. Hoy en estas elecciones está en juego el poder de ese grupo que pese a la guerra siguió siendo el más poderoso. Para dejar esto bien claro, lo que quiero decir es que según los resultados de estas elecciones, este grupo podrá ser apartado y sometido al nuevo grupo que se ha venido forjando en los últimos años, especialmente en la última década. Este es un fenómeno que no lo esperábamos y que tiene que ver, no solo con la propia dinámica del país, sino con el factor Venezuela.
En el caso de una victoria del FMLN, podría existir una negociación entre el poder económico emergente y el poder económico derrotado, y a partir de ese arreglo, un grupo importante que ha estado al servicio del viejo poder económico oligárquico se desplazará hacia el nuevo y logrará entendimientos para compartir el pastel de la economía del país y de esa manera, se reafirma el capitalismo subordinado-periférico que se ha mantenido en este país a lo largo de la historia.
D.E.: La naturaleza del capitalista lo lleva en primer lugar a buscar ganar plata y si lo puede hacer durante un gobierno del FMLN o un gobierno de Hugo Chávez o Nicolás Maduro o Daniel Ortega lo hará. Aunque en el caso del capitalista Venezolano parece que no se cumple este principio, es tan torpe que no entiende que tiene quizás mejores posibilidades de ganar plata durante un gobierno Bolivariano que en un gobierno de la cuarta república. En ese sentido ¿Qué perspectivas o mejor dicho qué piensan del acuerdo existente entre la Casa Blanca y el presidente Funes, el Asocio para el Crecimiento y el financiamiento a través de la Cuenta del Milenio? ¿No entra esta afianzada relación en una contradicción con el grupo ALBA dirigido aquí por el FMLN? F.N.: Tu pregunta es muy interesante y tiene que ver con el conocimiento que tú tienes de toda esta región y las situaciones a las que nos enfrentamos. Mira, durante una buena parte de esta contienda electoral, el FMLN ha logrado construir un equipo de lobby en Washington, con reconocidos personajes de la política Estadounidense, incluyendo un ex-embajador de Estados Unidos en El Salvador. Este equipo ahora hace lobby abiertamente a favor del FMLN en Washington y el FMLN ha hecho un esfuerzo porque sus candidatos a presidente y vicepresidente viajen continuamente a Estados Unidos a reiterar su voluntad de ser el mejor socio posible de Washington. Esa voluntad, expresada por sus máximos dirigentes, de ser buenos amigos de Washington – uno sabe que Washington no tiene amigos, sino intereses- unido a los nuevos cambios que se están registrando en la arquitectura política internacional; no debiera levantar desconfianzas en Washington y la casa blanca.
Creo que debemos tener en cuenta un antecedente importante, Washington está bastante conforme con el gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua. Las opiniones de personajes de la política de Estados Unidos con respecto a Nicaragua, coinciden en que hay un discurso retórico antiestadounidense pero en la práctica Ortega es un firme aliado del gran capital local. Así vistas las cosas, para Estados Unidos no hay problema y es que ese país ahora mide su relación con cualquier gobierno a partir de cuán favorables o cuán hostiles son a la empresa privada, a los grupos de poder tradicionales de cada país. Tu mismo comentabas que has escuchado algunas declaraciones de dirigentes del FMLN en el sentido de que una de sus preocupaciones es generar garantías para la inversión, con eso lo que están haciendo es generándole u ofreciéndole certidumbre y confianza al sector empresarial salvadoreño, entonces Washington no tendría por qué pelearse si llega un gobierno que se llame de un modo o de otro, pero que favorece siempre a los grupos que han sido amigos y aliados de Washington por toda la vida.
D.E.: Las reformas hechas en la Asamblea Legislativa sobre la privatización de las AFP, es decir las pensiones, y otras reformas constitucionales sobre inversiones, la aprobación de Tratados de Libre Comercio, del Acuerdo de Asociación con Unión Europea y el Asocio para el Crecimiento promovido por Estados Unidos, ¿puede dar pie a pensar que pueden existir intenciones e intereses para privatizar en el largo plazo también la educación, la salud, etc?. F.N.: Hay algunos aspectos que son muy emblemáticos, por ejemplo, si Washington a raíz de una victoria del FMLN el 2 de febrero, decidiera ya no darle al país el fondo del milenio; eso mostraría un quiebre. Pero me parece que lo que está haciendo Washington ahora es demandarle a la Asamblea Legislativa, donde ahora el FMLN es el principal partido, el que tiene más diputados; que tome ciertas medidas precisamente que van en la dirección de adecuar el funcionamiento de la economía salvadoreña a los intereses de las grandes transnacionales.
Yo estoy convencido de que esas reformas que Washington está pidiendo como condicionantes para otorgarle o no al gobierno el fondo del milenio, van a ser aprobadas antes de que termine éste periodo presidencial. De manera que si hay que pagar alguna cuota de desgaste político por eso, no le caiga al nuevo gobierno, en la hipotética posibilidad de que ganara el FMLN, sino al que va de salida.
Existe también la posibilidad de un cierto matiz de ganar ese partido, que bien podría fortalecer sus lazos con Venezuela pero sin amenazar el status quo, sin amenazar las reglas del juego neoliberales ni las relaciones con Washington. De esta manera las relaciones con Venezuela van a tener como condicionante el interés de no romper con Washington, pero claro, todo tendrá que verse después del resultado electoral, que no es un resultado por ahora firme.
D.E.: En ese escenario, dónde entra entonces la izquierda salvadoreña que no está exactamente en la estructura del FMLN. Qué dicen las bases del FMLN y los movimientos sociales aquí en El Salvador luego que el gobierno de Mauricio Funes, que es apoyado y respaldado por el FMLN, ha reforzado el modelo neoliberal. ¿Cuál es la alternativa? ¿Dónde está la discusión, el debate del movimiento popular que no está totalmente dominado por el FMLN? F.N.: Es una situación muy complicada de responder y tiene que ver con preguntarse ¿qué significa ser de izquierda hoy? Si ser de izquierda es ser neoliberal, es ser del gobierno y gobernar para el capital pues ya se está metido en problemas, quizá sería preferible que nos refiramos a los movimientos sociales populares y especular acerca de cuál será su papel. Me parece que más allá del escenario electoral, en el país se están desarrollando varias dinámicas muy complejas. Estos días, por ejemplo, estaba leyendo recientemente a un autor que está en boga en Europa, Paul Collier quien ha sido discípulo de Stiglitz, famoso economista y Premio Nóbel. Pues bien, este autor hace una clasificación de los países que me ha llamado la atención, plantea que hay un grupo de estos a nivel planetario que pueden definirse como países ricos, continúa exponiendo que existe otra franja, que es la más numerosa, en los que se ubican los países en desarrollo y por último, lo que él llama los países del club de la miseria en donde se encuentran cerca de ochenta países, es más, el libro se llama así, El club de la Miseria. Creo, ateniéndonos a esa clasificación, de que El Salvador va camino, si no es que es parte, de ser de esa franja del Club de la Miseria. El autor no revela la lista, dice que lo hace por respeto a los países.
Hay que saber que la economía salvadoreña está naufragando y nadie en la campaña electoral está hablando de los problemas de fondo. Por ejemplo, nadie se cuestiona si vamos a seguir dolarizados o no, pareciera que el tema no es de interés. Hablando sobre la dolarización con un ex presidente del Banco Central de Reserva, que estuvo trabajando en el gobierno actual, nos expresaba su preocupación por los riesgos y costos de no tener moneda propia, diciéndonos lo siguiente: “El Salvador o se desdolariza voluntariamente o va a tener que desdolarizarse a la fuerza, porque el dólar como moneda es insostenible en este país”. Yo estoy de acuerdo con toda la argumentación que él nos hizo para fundamentarnos esa tesis; pero pareciera que eso no es importante dentro de la campaña. Igualmente existen otros temas que debieran discutirse, como la deuda pública, el problema de las pensiones que está por explotar, que serán los primeros problemas a los que se enfrentará cualquier gobierno que asuma a partir del 1 de junio.
Pensamos nosotros de que cinco años han sido suficientes para que el movimiento popular sepa identificar las amenazas que se vienen encima y se percate de que ningún gobierno va a estar a favor suyo por lo que va a tener que ser él, desde su propia fuerza, desde su propia realidad, que salga en defensa de su propia vida, de su propia existencia. Eso es lo que está en juego. Hay quienes opinan que el problema de las pensiones va a colapsar en cualquier momento, y sucederá que cuando la gente vaya a pedir que le den su pensión mensual, le dirán que no se la pueden dar, todo esto a raíz de que el gobierno ha hecho de las fondos de pensiones una especie de cartera de donde ha estado sacando, a través de diversos mecanismos, dinero para diversas necesidades y eso no es inagotable.
Del mismo modo, tenemos un problema que quizá es el más grave, se trata de la guerra social que se ha abierto especialmente en la última década y que empieza a afectar a sectores de clase media alta. Esta guerra está cobrando cada vez más, signos de enfrentamiento militar armado, entre los grupos de pandillas y la policía y/o el ejército. Un dato publicado en los diarios reseña que el año pasado hubo más de 140 enfrentamientos armados entre pandillas y la policía nacional civil o el ejército y que ya en los primeros días de enero ha habido entre ocho o diez enfrentamientos, con bajas en ambos bandos. Esto demuestra el enorme poder de las pandillas, con lo que uno puede pensar que ese problema no se va a resolver de inmediato y que además se puede tener el riesgo de caer en una situación en la cual el Estado exista nada más simbólicamente, ya que el poder territorial lo viene perdiendo muy aceleradamente. Existen colonias y barrios enteros donde no se puede transitar, sino es a partir de conseguir salvoconductos de las pandillas que controlan ese territorio. Se habla de que hay 60,000 pandilleros y que tienen una base social de cerca de 300,000 personas; cifras que reiteran que son un poder real.
Entonces, estamos frente al problema de la dolarización, al problema de la violencia, problemas que no existían hace veinte años. Estos nuevos problemas, junto a los demás existentes, reafirman la existencia de lo que nosotros denominamos crisis histórica, que tiene que ver con un arrastre que traemos de los viejos problemas que no pudimos erradicar a través de la guerra, con nuevos problemas de tipo económico, de tipo social, y de tipo político que se han acentuado. Y ante toda esa situación sumamente explosiva, nuestra consideración como izquierda que no está incluida en la contienda electoral, es que esta crisis histórica puede abrir nuevos caminos y nuevos procesos que han estado por allí soterrados desarrollándose, están acumulándose contradicciones que pueden ser muy explosivas en los próximos años. Todo el mundo coincide en una realidad: que el peor momento para hacerse del gobierno es precisamente éste; cualquiera que llegue a la silla presidencial tendrá muchas dificultades para gobernar. En esta coyuntura, en este importante momento histórico, no aparece en la campaña lo que nosotros hemos venido proponiendo, que es que, más allá de que cada quien mantenga su ideología, su punto de vista para superar la crisis histórica que ahora padecemos; hace falta un acuerdo de país y no decimos un acuerdo de nación porque nosotros sostenemos la idea de que aquí nunca ha habido nación, la nación está por construirse.
D.E.: Dentro de cinco años ¿cuál es la perspectiva que ves? Aunque claro, es una pregunta por supuesto muy hipotética, pero me gustaría que adelantaras algún pronóstico. F.N.: Aquí tenemos dos caminos, primero, o nos vamos en ese vagón de la historia al que se refería el autor Paul Collier y que le llama el club de la miseria y nos convertimos definitivamente en un Estado fallido; o segundo, aparece la posibilidad de un cambio dramático en el rumbo que llevamos, que pasaría por un cambio que retome los ideales y los principios que ahora prevalecen en proyectos como los de Ecuador, como los de Bolivia. Por supuesto, para que esto último sea posible se requerirá de mucho sacrificio, mucha organización y mucha movilización de la sociedad, lo determinante en este caso será la disposición y la voluntad popular. Cinco años es poco, pero el problema es que la crisis del país ya está muy acentuada y no puede esperar mucho tiempo más, este es mi pronóstico sobre el rumbo que podemos transitar. Y te confieso, este panorama del país que te he planteado, no da para ser tan optimista, no hay muchas señales para pensar de que el pueblo va a levantarse tan fácilmente, hay demasiados distractores, en especial esa idea de que no hay que criticar a un eventual gobierno de “izquierda”, porque “éste hará todo lo posible por cambiar el país”, aunque lo posible siga siendo la real política al servicio de Washington. La única intención de este discurso es justificar la renuncia de la lucha por transformar el país, es un discurso preparado para contener la lucha social, esa es una amenaza muy grave.
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