A escala 6 x 1 e os trabalhadores
Texto: Elaine Tavares
Aguarde, carregando...
En lo que define como una crisis de identidad política, de representación política y por sobre todo crisis de alternativa política, el economista Julio Gambina reflexionó acerca del significado de las últimas elecciones donde el 92% de la población votó propuestas que discuten cómo administrar la crisis capitalista. Durante la emisión del jueves 29 de octubre de Enredando las Mañanas, el presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas dijo que lo que viene después del 22 de noviembre es un horizonte de ajuste aunque muy lejos de lo que fueron los años del neoliberalismo ya que, afirmó, “no hay el clima social de los 90 que facilite una política de ajuste, mucho menos una política de tipo fascista”.
Julio Gambina: Hace poco celebramos treinta años de la existencia la FISYP (Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas), y lo que venimos estudiando desde ese tiempo es el orden capitalista y, por lo tanto, la crítica al capitalismo. Y pensando en tiempos de revolución, aunque el clima social, por lo que aparece en el plano electoral, no parece apoyar una perspectiva revolucionaria. Cuando el 72 % de la población votó por Scioli o por Macri. 9.000.000, por Scioli; 8.400.000, por Macri; 5.5 millones a Massa, da un 92 % de votación a tres propuestas que discuten cómo se administra el orden capitalista. Estamos en problemas y por eso vengo señalando que esta elección está mostrando que hay una crisis política muy grande. Crisis política porque prácticamente han desaparecido las propuestas tradicionales de la política argentina, el peronismo y el radicalismo.Aparecen nuevas identidades en el sentido de macrismo y kirchnerismo, que en su seno contienen porciones del peronismo, porciones del radicalismo, porciones de distintas identidades políticas, con apoyos variopintos, e, incluso se está generando un debate muy grande en torno de qué que hacer en la segunda vuelta.
Eso es crisis política que hay en la Argentina, crisis de identidad política, de representación política y también, por sobre todo crisis de alternativa política. Y los que estamos en un sentido, si se quiere, utópico por la revolución, no tuvimos opción de voto en esta elección. Hemos tenido muchos límites para construir una alternativa política, aun cuando la situación de 2001 habilitaba, desde la extensión de las luchas sociales, la organización popular, para hacer emerger una alternativa política. Eso es lo que no hemos hecho, es lo que falta hacer, eso es lo que tenemos que hacer. Y por eso, ni bien se conocieron los resultados el domingo a la medianoche, escribí en las redes sociales: “Hoy más que nunca hay que construir alternativa política”.
Y no hay que engañarse con el escenario electoral, con lo que se vota el día 22. No es que me dé lo mismo que gane quien gane, pero, lamentablemente, lo que está en discusión el día 22 es quién va a gestionar el capitalismo argentino en un marco de crisis mundial. El horizonte es un horizonte de ajuste. Algunos dicen que lo que se discute es si el ajuste será gradual, en un imaginario de que Scioli estará contenido por algunas presiones del movimiento popular o de sectores a la izquierda del kirchnerismo que no lo dejarían hacer un ajuste de shock, y que Macri expresaría el ajuste del shock. Lo que todos omiten al dar esas opiniones es qué vamos a hacer el conjunto de la sociedad, principalmente los sectores más afectados por la situación, económica —trabajadoras, trabajadores—. Yo creo que el espíritu del conflicto de 2001 se mantiene y en la Argentina no hay condiciones para que avance un proyecto al estilo de los 90. Estamos muy lejos de los 90, no hay el clima social de los 90 que facilite una política de ajuste, mucho menos una política de tipo fascista.
Enredando las mañanas: Sabemos quién es Macri. Para mí, Macri es el original, y Scioli es la copia. Y, en realidad, quienes quieren una alternativa al capitalismo, dicen: “Lo que tuve durante doce años no me terminó de convencer. Cuando voy al supermercado, si tengo la posibilidad, compro la primera marca, no la sustituta”.
JG: Claro. De todas maneras, si querés un matiz, acá no hay original y copia. Creo que son expresiones matizadas de un proyecto de normalización del orden capitalista. Y la normalización del orden capitalista es asegurar el ciclo de ganancia. Hay capitalismo cuando hay ganancia. El leitmotiv del capitalismo es que funcione el ciclo de acumulación y valorización del capital. Eso es el capitalismo, el capitalismo normal, serio. Y en estos años, cuando mirás la crisis de 2001 y los bancos en el centro de atención, y cuando ves que en los últimos años las empresas que más ganaron en la Argentina son los bancos, y hay un proceso estructural de extranjerización de la banca y una reinserción de la Argentina en el sistema financiero mundial, con crecimiento de la deuda pública, te das cuenta de que la Argentina es un proyecto de inserción subordinada en el sistema capitalista mundial.
Yo tengo muchos amigos que dicen que hay que votar al mal menor. Bueno, está bien, seguirán siendo mis amigos, seguiremos debatiendo; pero la opción no es el mal menor en la Argentina. Hay una cita de Gramsci que está difundiendo Eduardo Grüner, una reflexión que hace fundamentando el voto en blanco. La cita alude a que esa opción entre el mal menor lo que hace es correr el escenario hacia el mal peor. Son como concesiones que se terminan haciendo y limitando las condiciones de posibilidad, y no aprovechando la circunstancia histórica para generar un debate profundo aunque quedemos en absoluta minoría. Lo digo desde el enfoque de que desde hace cuarenta años se viene construyendo una ofensiva del capital sobre el trabajo, sobre la naturaleza, sobre la sociedad, y, en rigor, la concepción política de la izquierda viene sufriendo fortísimas derrotas. Fortísima derrota con la caída del socialismo en el este de Europa, aun para aquellos que criticaban a la Unión Soviética; fortísima derrota en el avance de las concepciones de liberalización de la economía, lo que se llama neoliberalismo, que es la política económica hegemónica en el capitalismo contemporáneo, que hay un crecimiento de las desigualdades sociales. Estamos en minoría. El proyecto antimperialista, anticolonialista, anticapitalista está en absoluta minoría, y creo que es el desafío de época. Me remonto a los mejores momentos de constitución del proyecto revolucionario a escala mundial, y no me los imagino ni a Marx ni a Engels ni a Lenin constituidos en sus época como mayoría. Para ser mayoría hubo que generar acontecimientos sociales, político que impactan en la transformación de la sociedad. Esa es la historia de la revolución cubana entre nosotros. Ese es el desafío de época. Son las elecciones, es cierto.
Las elecciones es un momento político de masas y hay que analizar bien qué está pasando en la Argentina para que 17 millones de personas, o 22 millones de votantes, opten por tres variantes escasamente matizadas en cómo gestionar el capitalismo.Los desafíos, en estas difíciles condiciones, son crear poder de los trabajadores, poder el pueblo, reflexión teórica crítica y generar condiciones para que emerjan propuestas políticas alternativas en la Argentina. Y es válida la reflexión incluso para América Latina. Si no se avanzan en cambios profundos, sobre todo en las relaciones sociales de producción en Argentina y en nuestra América, la llamada ofensiva de las clases dominantes, de las derechas, es el resultado que se puede esperar. Y, en ese sentido, los perjudicados son los sectores populares. Por eso es un gran desafío construir alternativas políticas.
ELM: ¿Que la definición no sea entre el PJ y la UCR directamente quiere decir que el PJ y la UCR no existen más?
JG: La expresión que uso es que hay crisis política en la Argentina. Incluso el radicalismo ahora ha revivido de la mano de Macri, ha ganado algunas gobernaciones, ha logrado algunas intendencias. El radicalismo, como proyecto político patrimonial, ha revivido en estas elecciones. Pero muy fragmentado de cara a la disputa de una identidad política. Hoy no aparece como una de las dos grandes identidades políticas en la Argentina. La novedad es el macrismo, que por primera vez en la Argentina una derecha explícita —o centroderecha— (…) es la primera vez que hay una opción de masas de derecha. Alsogaray se mimetizó atrás de Menem; los militares expresaban a la derecha desde el golpe de Estado, desde el poder de las armas. Ahora hay una derecha que con votación de masas, hay un acontecimiento de masas que le está dando carta de ciudadanía. Habrá que ver cuánto dura, pero lleva ocho años gobernando la ciudad de Buenos Aires. Ahora va a gobernar nada menos que la provincia de Buenos Aires. Tiene peso importante en el triunfo radical en Mendoza; en la relación de fuerzas políticas en Córdoba; en Santa Fe ratifica una discusión muy importante, aunque gobierna el socialismo —pero aparece muy deteriorado el socialismo en esta elección. Está emergiendo una identidad política de derecha que nunca existió en la Argentina con apoyo de masas. Y el peronismo… hay que ver.
El peronismo sufre un golpe muy fuerte con esta elección, y habrá que ver si el kirchnerismo —que aparece como la novedad de los últimos doce años, que tiene un peso muy importante en el nuevo Senado, que aparece más disminuido en Diputados, que tiene un peso importante en gobernaciones de varias provincias argentinas, que tiene un desarrollo territorial con intendencias y en algunos ámbitos sociales muy importantes— seguirá siendo expresión principal del proyecto histórico del peronismo, o si Massa va a intentar con su Frente Renovador disputar la identidad peronista. Yo no tengo duda de que el peronismo y el radicalismo tienen una crisis y que hay un intento de refundarlos. Sanz aparece como el gran ganador del radicalismo porque lideró el posicionamiento de subordinarse a la hegemonía de Macri para mantener cierta presencia política en la institucionalidad de la Argentina. Por eso hay una reconversión-restructuración del radicalismo, reconversión-restructuración del peronismo. Y si pensás en término de identidades, las identidades son el macrismo y el kirchnerismo; ahora algunos dicen el sciolismo. Habrá que ver. Para que haya sciolismo, Scioli tendrá que ganar el balotaje. Y aun ganando va a tener Gobierno en Capital y en provincia de Buenos Aires en manos del PRO; en Córdoba, un peronismo no necesariamente afín; en Santa Fe, gobernando los socialistas; en Mendoza, los radicales. Con lo cual, la ecuación federal, con las provincias más pobladas y demás peso económico y de una visibilidad política muy importante, le van a generar condiciones muy difíciles. Y habrá que ver si Scioli es continuidad del kirchnerismo o gestación de una nueva variante en el peronismo vía sciolismo. O, si pierde, cuál es el destino de la identidad política hegemónica del peronismo en los últimos doce años y si aparece una disputa por la herencia de esa tradición con Massa, con Lavagna, con De la Sota, quienes están rodeando todo eso. Por eso creo que es muy interesante pensar que hay crisis política en la Argentina. Radicalismo y peronismo han sido las identidades políticas de un amplio espacio social en la Argentina, han representado durante mucho tiempo la identidad política. Y otras identidades incluso con mucho menos peso también están puestas en cuestión en la Argentina, desde la Democracia Cristiana, el socialismo, el comunismo, la propia emergencia del trotskismo, a partir del FIT, y un peso institucional casi unívoco de los sectores de izquierda muestran que ha habido también crisis políticas en otros ámbitos de la política. Eso me permite hablar de la doble crisis. Por un lado, crisis política, del sistema político en la Argentina, de lo hegemónico; y también crisis alternativa, que, creo, es lo que más nos importa a los que tenemos expectativas por cambios profundos, por cambios que vayan más allá del orden capitalista.
ELM: Gana Macri, y se dice “está Melconian, está toda la derecha, están los grandes capitales”. Ahora, cuando Scioli dijo con quién iba a formar su Gabinete, muchos se espantaron porque los conocemos ya en una gestión. Dijo que iba a poner como embajador en Washington a Guillermo Francos, el segundo de Cavallo en su partido; el que dirigió, hasta 2007 cuando tomó la presidencia del Banco Provincia, Aeropuertos 2000 de Eurnekián, uno de los empresarios más ligados al imperialismo ¿Qué importancia tiene un embajador como Guillermo Francos en un Gobierno como el de Scioli? ¿Para desapercibido? Porque no lo nombra en la embajada de Camerún…
JG: Aunque lo nombre en la embajada de Camerún… Nadie es igual a nadie. De la Rúa no era igual a Menem. Las personas tienen especificidades, tienen equipo. El tema es que son matices dentro de los sectores de las clases dominantes. Si te ponés a mirar, en estos doce años hay una cantidad de cosas que uno puede rescatar, que son producto de la lucha histórica del pueblo argentino, y tienen que ver con la capacidad de acumulación y lucha popular para conseguir lo que se consiguió. No hay en la Argentina asignación universal o generalización de la jubilación si no es la lucha que desarrollamos en su momento por un seguro de empleo y formación, por asignación universal para todos los mayores. Eso fue un gran plebiscito hecho en 2001 que concitó la adhesión de más de 3 millones de personas.
Ese programa histórico que levantó la CTA y un conjunto muy amplio de organizaciones, nos instala esto que después se transforma en política deformada por parte del Poder Ejecutivo. Pero junto a eso, junto a esas reivindicaciones satisfechas con política social masiva de subsistencia, tenés la consolidación del modelo sojero, con hegemonía de Monsanto, Cargill, Syngenta y Dreyfus —las trasnacionales de la alimentación y la biotecnología—; tenés una masa impresionante de inversiones extranjeras para la megaminería a cielo abierto, que culminan con el derrame de solución cianurada en el río Jáchal a comienzos de septiembre por parte de la Barrick Gold; tenés el contrato secreto con Chevron para la explotación delfracking, lo cual se requirió previamente la estatización parcial de YPF, porque en manos de Repsol la sociedad popular argentina no hubiese permitido avanzar con la explotación de Vaca Muerta, los hidrocarburos no convencionales y el fracking con el efecto que tiene sobre los bienes comunes, sobre las poblaciones asentadas en estos territorios, aunque muchos digan que son mínimas, pero es una afectación directa a las condiciones de vida.
Los grandes beneficiarios del desarrollo capitalista de los últimos doce años son las grandes trasnacionales. El propio Indec, en su encuesta nacional de grandes empresas muestra que más de dos tercios de las quinientas grandes empresas en Argentina son extranjeras. Y cuando ves que las reservas internacionales cayeron, desde 2011 hasta ahora, de 52.000 millones a 27.000 millones, eso se explica por pago de deuda y fuga de capital, que es un proceso legal que hacen empresas extranjeras y grandes capitales locales que compran bonos en pesos y los liquidan en el exterior como una forma de sacar dólares de la Argentina. Está claro que el ciclo económico en la Argentina y con ese Gabinete, que puede ser distinto, diferenciado al Gabinete que se pueden imaginar que pondrá Macri en funciones, son manifestantes del poder global y de la inserción subordinada de la Argentina en el capitalismo mundial.
ELM: Charlábamos con Enrique Martínez, del Instituto para la Producción Popular, del Movimiento Evita, serio, con conocimiento y muy crítico desde adentro del kirchnerismo, y respecto del Gabinete decía que se iba a crear el Ministerio de Economía Solidaria, y la ministra de Economía de Buenos Aires, Silvina Batakis, no es cualquiera ministra de Economía.
JG: Mirá, Kicillof es fundador de Economistas de Izquierda en 2001, participó mucho tiempo con nosotros… No es un tema de personas, no es un tema de trayectoria, es un tema de cuál es la funcionalidad que tenés en cada momento histórico. Punto.
Texto: Elaine Tavares
Texto: Javier Campo
Texto: Nildo Domingos Ouriques
Texto: Gilberto Felisberto Vasconcellos
Texto: IELA