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La universidad bajo asedio

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Por Rafael Cuevas Molina - Presidente AUNA-Costa Rica em 04 de junho de 2025

La universidad bajo asedio

La mirada del neoconservador neoliberal es que la educación pública es un lujo, un gasto al que hay que sacarle el mayor provecho posible para promover su modelo de desarrollo excluyente.

En esta semana que concluye una de las noticias que ha acaparado titulares es la del asedio a la Universidad de Harvard, una de las más conocidas y prestigiosas universidades de Estados Unidos – si no la más- por parte del gobierno de Donald Trump, lo que viene a reafirmar la ojeriza que los regímenes autoritarios le tienen a la universidad, en términos genéricos, como centro de pensamiento crítico y creativo.

Las acusaciones que le hace el gobierno norteamericano a Harvard no difieren en mucho de las que se les han hecho a las universidades latinoamericanas en distintos momentos: nido de comunistas, refugio de revoltosos, propiciadoras de ideas subversivas.

Aunque nada más lejos de la naturaleza de la universidad la homogeneidad ideológica (o de cualquier otro tipo, político o epistemológico), desde la visión autoritaria se ve con espanto que entre ese coro de posiciones diversas existan las que se oponen o cuestionan lo establecido, lo arbitrario, lo abusivo, lo impositivo o lo que pretende imponerse con prepotencia.

La universidad es, en esencia, eso: cuestionamiento. El pensamiento crítico es aquel que no está satisfecho con el mundo tal cual es y, por lo tanto, lo pone en entredicho. Nada más fértil para el crecimiento y enriquecimiento de una sociedad que ser puesta en cuestión, que se piensen las alternativas, otras formas posibles de organización y funcionamiento.

La universidad también es conciencia crítica. Conciencia que no calla, que se subleva y protesta. En un mundo cada vez más domesticado por las redes sociales y los medios de comunicación, las universidades son -o deben ser- espacio de indignación. Nada más ajeno a la universidad que el silencio aquiescente, la mirada baja o la indiferencia.

Lo opuesto a todo esto es lo que es Donald Trump: obtuso, abusivo, prepotente, malcriado. Dos modelos de ser y estar en el mundo: el que establece el diálogo, se indigna con la injusticia y busca la verdad, y el que impone, vocifera y se regodea en la vulgaridad. Trump, con esta forma de actuar, confirma lo que ya es usual que pase con los regímenes neoconservadores que se encuentran al alza en el mundo: ver a las universidades como enemigas que deben ser asediadas y limitadas.

Las formas de hacerlo son muchas. La de Trump tal vez sea de las más burdas, pero las estrategias varían de país en país. En América Latina tenemos múltiples ejemplos, desde la invasión de nuestros campus por las hordas militares, hasta la limitación de los presupuestos necesarios para su funcionamiento.

La mirada del neoconservador neoliberal es que la educación pública es un lujo, un gasto al que hay que sacarle el mayor provecho posible para promover su modelo de desarrollo excluyente. De ahí que se le exija que oriente la formación del estudiantado hacia aquellas ramas del conocimiento vinculadas con la producción de bienes materiales, dejando en segundo plano, o excluyendo del todo, aquellas otras en las que, precisamente, cristaliza con mayor claridad la visión crítica. Hay universidades que, incluso, llegan a cerrar escuelas y facultades como las de letras, sociología, filosofía o historia. Si no se cumple con ese mandato, no hay financiamiento.

No estamos ahora en América Latina en los tiempos en los que ser universitario era un riesgo que podía costar la vida. Hay universidades que se desangraron en las décadas del sesenta, setenta y ochenta: profesores, estudiantes y administrativos asesinados y desaparecidos. Ahora se les limita económicamente o se les penetra con bandas mafiosas que las mediatizan y las transforman en verdaderos nidos de delincuentes. Ese es el caso, por ejemplo, de la Universidad de San Carlos de Guatemala, una de las universidades más antiguas de nuestro continente, otrora faro académico de Centroamérica, hoy tomada y transformada en todo lo contrario de lo que debe ser una universidad: un nido de corruptos.

Por eso decimos que la universidad está bajo asedio, ya sea por Donald Trump, otros presidentes neoliberales de distinto pelaje y las mafias. Es un reducto a conquistar, y aunque los métodos varían de lugar en lugar, lo que se busca es silenciarla.

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