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Las instituciones financieras regionales en América Latina

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Por IELA em 24 de julho de 2008

Las instituciones financieras regionales en América Latina
Por Eduardo Gudynas – analista en CLAES D3E – ALAI AMLATINA
24/07/2008 –  Montevideo.- Están cobrando cada vez más
importancia un conjunto de “instituciones financieras regionales”|
(IFRs) que otorgan préstamos y apoyan diversos emprendimientos en
América Latina. A diferencia de las instituciones globales, como el
Banco Mundial o el FMI, estas IFRs son controladas por los gobiernos
latinoamericanos. Se abren así muchas posibilidades para financiar otro
tipo de desarrollo aunque persisten muchos problemas con las dimensiones
sociales y ambientales, donde no se deben repetir los mismos errores de
las instituciones financieras globales.
En la actualidad se pueden reconocer al menos ocho instituciones
financieras latinoamericanas. Dos tienen cobertura continental: son el
Banco Latinoamericano de Exportaciones (BLADEX) y el Fondo
Latinoamericano de Reservas (FLAR). La Corporación Andina de Fomento
(CAF) comenzó brindando préstamos a los países andinos pero ahora se ha
ampliado notablemente, mientras que el Fondo Financiero para el
Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA) se restringe a los países
de la cuenca del Río de la Plata. Existen dos bancos subregionales: el
Banco Centroamérica de Integración Económica (BCIE) y el Caribbean
Development Bank (CDB). Otros dos bancos son nacionales pero financian
empresas y proyectos en los países vecinos: el Banco Nacional de
Desarrollo Económico Social (BNDES) de Brasil, y el Banco de Desarrollo
Económico y Social (BANDES) de Venezuela.
Muchas de estas instituciones han pasado casi desapercibidas durante un
buen tiempo. Pero hoy es posible advertir que son un grupo no solo
numeroso, sino que manejan un enorme volumen de recursos. Su patrimonio
acumulado supera las 27 mil millones de dólares. El mayor volumen se
registró en el BNDES, que dispuso de 14 070 millones de dólares en 2007,
seguido por la CAF con 4 125 millones de dólares. El BNDES se encuentra
por debajo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID, cuyo patrimonio
en 2007 fue de US$ 20 353 millones).
Las IFRs son regionales en por lo menos dos sentidos: operan dentro de
América Latina, y sus autoridades y la toma de decisiones están en manos
de los gobiernos latinoamericanos. En cuanto a su operación, predominan
los financiamientos convencionales, tales como proyectos en
infraestructura y energía, la expansión empresarial privada o la
cooperación técnica.
Posiblemente una de las IFRs más notorias es la CAF, la que actúa desde
1970 como un banco de promoción del desarrollo y de servicios
financieros. Sus actividades iniciales se centraron en los países
andinos, pero se sumaron naciones de otras regiones, España y más de una
docena de bancos privados. Su cartera de préstamos ha crecido
continuamente hasta alcanzar los US$ 9 622 millones en 2007. Es el
principal financiador de los países andinos. Además de los préstamos
para obras clásicas de infraestructura, la corporación es uno de los
principales financiadoras de la Iniciativa en Integración de la
Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA).
Bladex es una institución mixta ya que depende de bancos centrales y
agencias gubernamentales de 23 países de la región, algunos bancos
internacionales y fondos de inversión. Opera como un banco regional de
promoción del comercio exterior. Por su parte, FLAR brinda préstamos y
garantías para apoyar la balanza de pago y asiste con créditos a sus
miembros (Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Perú, Uruguay y
Venezuela).
A nivel subregional existen dos bancos. El BCIE fue fundado en 1960 por
cinco países centroamericanos, pero actualmente se han sumado otras
naciones, incluso desde fuera de la región (República China – Taiwán y
España). Financia proyectos de promoción comercial, integración y contra
la pobreza. El CDB opera en el Caribe, apoyando proyectos de desarrollo
económico y social. Fundado en 1969, 26 miembros (21 de ellos son
caribeños, a los que se suman países como Alemania, Canadá, China,
México, Reino Unido y Venezuela). También existe un fondo subregional,
conformado por Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay
(FonPlata), para el desarrollo de la Cuenca del Plata. Si bien su
cartera de proyectos es modesta, apoya estudios previos de grandes
proyectos y financia algunas obras; también mantiene al Comité
Intergubernamental de la Hidrovía Paraguay Paraná, un antiguo
megaproyecto de infraestructura que ahora es parte del IIRSA.
El BID también podría ser considerado como una IFR. Si bien actúa en
América Latina, entre sus miembros hay 21 países extra-regionales (como
varias naciones europeas y Japón), y entre ellos Estados Unidos tiene
una influencia determinante. En cambio, la propuesta de un Banco del Sur
apunta a una membresía exclusivamente regional, y cuando se ponga en
marcha deberá ser sumado a esta lista.
Finalmente, entre los bancos nacionales se destacan dos casos debido a
que sus acciones se extienden a los países vecinos. El BNDES de Brasil
apoya la llamada “internacionalización” de las empresas brasileñas. Su
presencia ahora es ubicua, por ejemplo financiando empresas de Brasil en
obras relacionadas con IIRSA en varios países, o brindando fondos para
que algunas corporaciones brasileñas compren empresas en los países
vecinos. El BANDES es el agente financiador de la política exterior de
Venezuela, apoyando programas e inversiones, especialmente en el área
energética y banca local. Cuenta con menos recursos, y si bien requiere
que al menos un 50% del emprendimiento sea con participación venezolana,
otorga mayor atención a la complementación.
Esta apretada síntesis demuestra que es necesario prestar una mayor
atención a las IFRs latinoamericanas. A diferencia de las IFIs globales,
donde la toma de decisiones descansa casi exclusivamente en Estados
Unidos y la Unión Europea, distintos gobiernos latinoamericanos, en
especial los progresistas, han buscado mayor autonomía apelando a estas
instituciones regionales.
Las áreas claves de financiamiento son infraestructura, tales como
carreteras y puentes, emprendimientos clásicos como saneamiento y
energía. En el caso sudamericano hay un claro énfasis alrededor de
IIRSA. Por lo tanto, las IFRs también financian emprendimientos de alto
impacto social y ambiental. Las directrices para enfrentar esos efectos
negativos en unos casos son poco claras, en otros son débiles, los
mecanismos de evaluación de impactos sociales y ambientales no siempre
son los mejores y a veces son desconocidos, y los canales de acceso a la
información y participación ciudadana son dificultosos. Es así que en
algunos casos las IFRs repiten los mismos problemas que se enfrentan con
las “instituciones financieras internacionales” (IFIs) como el Banco
Mundial.
De todos modos, contar con nuestras propias instituciones financieras es
un paso adelante para recuperar autonomía frente a la imposición de
IFIs. Es importante mantener ese control regional, y por lo tanto el
proceso de sumar otras naciones (como países europeos o China) debe ser
manejado con mucha precaución. Pero también se debe actuar para no
repetir los errores y limitaciones de las IFIs, y que no sean meros
canales de intermediación de capitales globales o repitan los mismos
proyectos de alto impacto social y ambiental. De nada sirve contar con
ese control latinoamericano si se termina actuando de la misma manera
que lo ha hecho el Banco Mundial o el BID. Por lo tanto es necesario
actuar para que los proyectos financiados sirvan genuinamente al
desarrollo y la erradicación de la pobreza, con efectos positivos
palpables tanto a nivel local como nacional en todos los planos, desde
el económico al ambiental.
– Eduardo Gudynas es analista en CLAES D3E (www.integracionsur.com) El
presente artículo resume puntos esenciales de un reporte publicado por
el Programa de las Américas.

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