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Guatemala: una derecha desconcertada

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Por Rafael Cuevas Molina em 03 de julho de 2023

Guatemala: una derecha desconcertada

Es difícil hacer vaticinios sobre lo que sucederá cuando los guatemaltecos vayan de nuevo a votar en agosto, pero una cosa está clara ya a estas alturas: lleguen a donde lleguen Arévalo y el partido Semilla, el hecho de que pasaran a segunda vuelta en las elecciones del 2023 constituye ya un campanazo en la política guatemalteca, siempre tan controlada por la derecha corrupta y manipuladora.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

No habían terminado aún los cómputos de la elección presidencial del pasado domingo 25 de junio -pero ya se veía como una tendencia que Bernardo Arévalo, del partido Semilla, pasaría a la segunda vuelta de las elecciones en Guatemala-, cuando empezaron a correr en las redes sociales los bulos en contra suya. Uno de los primeros fue una carta de su padre, Juan José Arévalo, quien fuera presidente entre 1945 y 1951, que, con una lectura sesgada, es interpretada como una especie de rendición de cuentas ante el embajador de la URRS en México.

La intención estaba clara: Bernardo Arévalo y el partido Semilla serían los representantes del comunismo que, como establece la narrativa usual, habría logrado llegar hasta la instancia definitoria de las elecciones guatemaltecas a través de engaños y manipulaciones de fuerzas internacionales oscuras.

¿Quiénes serían esas fuerzas oscuras? George Soros; las nebulosas fuerzas detrás de la Agenda 2030 impulsada a través de la ONU; los conspiracionistas pro aborto, matrimonio igualitario y la ideología de género. Es decir, nada nuevo bajo el sol en estos procesos eleccionarios en América Latina.

Como parte de este guion ya conocido, inmediatamente salen a relucir los nombres de Nicaragua, Venezuela y Cuba, a los que ahora se agrega Colombia. Es decir, una retahíla harto conocida que, como un mantra, trata de amedrentar a quienes ya votaron por Arévalo y a quienes podrían estar pensando en votar por él.

No hay nada más alejado del comunismo que Bernardo Arévalo y el partido Semilla, que son socialdemócratas conservadores, pero que en Guatemala son mosca en la leche entre la caterva de partidos mampara de organizaciones criminales y arribistas que buscan llegar al gobierno para lucrar, enriquecerse y tener impunidad por los crímenes que han cometido.

Esta cohorte de corruptos que se ha enquistado en el aparato gubernamental desde hace muchos años, pero especialmente en las últimas tres administraciones, estaba segura que lograría colocar a uno de sus representantes en la segunda vuelta de las elecciones, que se llevará a cabo el 20 de agosto próximo. Si así hubiera sido, la que ahora estaría siendo satanizada como comunista come niños sería la otra contendiente en la segunda vuelta de agosto, Sandra Torres, una señora oportunista que se coloca en donde mejor caliente el sol, y que ahora será la ficha que se jugará la derecha.

Quienes han votado por Semilla y Arévalo son los hartos, es decir, todos aquellos que han visto cómo el país se hunde cada vez más en la ciénaga de la corrupción, el cinismo, la mentira y la manipulación. Se dice que son especialmente jóvenes urbanos menores de cuarenta años, pero realmente no son solamente ellos. En 2015 lograron que el presidente de entonces, el general Otto Pérez Molina, y su vicepresidenta, fueran enjuiciados, y hace unos pocos meses condenados a prisión.

Luego de tan mayúsculo acontecimiento, el movimiento espontáneo que llevó a las multitudinarias manifestaciones que dieron al traste con Pérez Molina pareció esfumarse, pero solo fue un espejismo, porque evidentemente existía un movimiento subterráneo que sale a flote en esta elección.

Tal como sucedió en 2015, nadie se lo esperaba, ni siquiera Semilla y su candidato, menos aún la derecha que, aturdida, trata de explicarse como fue que todas sus maniobras dieron al traste y “este señor” llegó hasta a donde está.

Ante tales circunstancias “anómalas”, es difícil hacer vaticinios sobre lo que sucederá cuando los guatemaltecos vayan de nuevo a votar en agosto, pero una cosa está clara ya a estas alturas: lleguen a donde lleguen Arévalo y el partido Semilla, el hecho de que pasaran a segunda vuelta en las elecciones del 2023 constituye ya un campanazo en la política guatemalteca, siempre tan controlada por la derecha corrupta y manipuladora.

De aquí en adelante, nada volverá a ser como antes porque ya se puso en evidencia que hay una sociedad civil viva, atenta a lo que está sucediendo, y que en el momento menos pensado se manifiesta, aunque pareciera estar en estado de letargo.

Tal vez sería adecuado traer a colación la frase que se encuentra en El principito de Antoine de Saint Exupéry: “lo esencial es invisible a los ojos”.

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